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  • Porque conocemos a aquel que ha dicho: A mí la venganza, yo daré a cada cual lo que merezca. Y también: El Señor juzgará a su pueblo. (Hebreos 10, 30)

  • Mi justo vivirá por la fe; pero si se acobarda, dejará de agradarme. (Hebreos 10, 38)

  • Por la fe fue arrebatado de este mundo Henoc sin experimentar la muerte; nadie lo pudo encontrar, porque lo había arrebatado Dios. Y la Escritura dice que antes de ser arrebatado había agradado a Dios. (Hebreos 11, 5)

  • Ahora bien, sin la fe es imposible agradarle; porque aquel que se acerca a Dios debe creer que existe y que recompensará a aquellos que lo buscan. (Hebreos 11, 6)

  • Por la fe Abrahán, obedeciendo la llamada divina, partió para un país que recibiría en posesión, y partió sin saber a dónde iba. (Hebreos 11, 8)

  • Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José y se postró ante Dios apoyándose en la empuñadura de su bastón. (Hebreos 11, 21)

  • apagaron la violencia del fuego, escaparon al filo de la espada, convalecieron de la enfermedad, fueron valientes en la guerra, pusieron en fuga a los ejércitos enemigos. (Hebreos 11, 34)

  • fueron apedreados, torturados, aserrados, pasados a filo de espada, anduvieron errantes, cubiertos con pieles de ovejas y de cabras, desprovistos de todo, oprimidos, maltratados, (Hebreos 11, 37)

  • fijando nuestra mirada en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien, para obtener la gloria que se le proponía, soportó la cruz, aceptando valientemente la ignominia, y está sentado a la diestra del trono de Dios. (Hebreos 12, 2)

  • Es cierto que todo castigo, en el momento de recibirlo, es desagradable y motivo de disgusto; pero después, en los que se han ejercitado en él, produce frutos de paz y de justicia. (Hebreos 12, 11)

  • Por lo cual, enderezad vuestras manos abatidas y vuestras rodillas debilitadas, (Hebreos 12, 12)

  • Sabéis bien que, como consecuencia, cuando quiso recibir la bendición, le fue negada, y no logró cambiar lo que había hecho, aunque lo intentó con lágrimas. (Hebreos 12, 17)


“Que Nossa Mãe do Céu tenha piedade de nós e com um olhar maternal levante-nos, purifique-nos e eleve-nos a Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina