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¿Por ventura no le han contado a mi señor lo que hice cuando Jezabel mataba a los profetas del Señor, cómo oculté a cien de estos profetas del Señor por grupos de cincuenta en unas cuevas, alimentándolos con pan y agua? (I Reyes 18, 13)
Ahora bien, manda reunir junto a mí en el monte Carmelo a todo Israel y a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal que comen a la mesa de Jezabel". (I Reyes 18, 19)
Entonces dijo Elías al pueblo: "He quedado yo solo de los profetas del Señor; en cambio, los profetas de Baal son cuatrocientos cincuenta. (I Reyes 18, 22)
Entonces le envió un capitán con sus cincuenta soldados. Llegó éste donde Elías, que estaba sentado en la cima del monte, y le dijo: "Hombre de Dios, el rey ordena que vayas". (II Reyes 1, 9)
Elías le respondió: "Si yo soy un hombre de Dios, que baje fuego del cielo y te devore a ti y a tus cincuenta". Bajó fuego del cielo, y lo devoró a él y a sus cincuenta. (II Reyes 1, 10)
Ocozías volvió a enviarle otro capitán con sus cincuenta, el cual fue y le dijo: "Hombre de Dios, el rey ordena que vayas en seguida". (II Reyes 1, 11)
Elías respondió: "Si yo soy un hombre de Dios, que baje fuego del cielo y te devore a ti y a tus cincuenta". Bajó fuego del cielo y lo devoró a él y a sus cincuenta. (II Reyes 1, 12)
El rey volvió a enviar un tercer capitán con sus cincuenta soldados. Pero este tercer capitán fue, se postró de rodillas ante Elías y le suplicó: "Hombre de Dios, ¡por favor! Que mi vida y la de estos cincuenta siervos tuyos sea preciosa a tus ojos. (II Reyes 1, 13)
Ha bajado fuego del cielo y ha devorado a los dos capitanes de cincuenta y a su gente, pero ahora, que mi vida sea preciosa a tus ojos". (II Reyes 1, 14)
Cincuenta discípulos de los profetas fueron también y se pararon frente a ellos a cierta distancia, mientras que los dos se detuvieron junto al Jordán. (II Reyes 2, 7)
Luego le dijeron: "Mira, entre tus siervos hay cincuenta hombres robustos. Que vayan y busquen a tu amo, no sea que le haya arrebatado el espíritu del Señor y le haya arrojado en algún monte o en algún valle". Pero él dijo: "No los mandéis". (II Reyes 2, 16)
Y tanto le insistieron, que les dijo: "Mandadlos". Y mandaron cincuenta hombres, que lo buscaron durante tres días, pero no lo encontraron. (II Reyes 2, 17)