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  • los entregaré en manos de sus enemigos, en manos de aquellos que buscan su muerte. Sus cadáveres serán pasto de las aves del cielo y de las bestias del campo. (Jeremías 34, 20)

  • Entregaré también a Sedecías, rey de Judá, y a sus oficiales en manos de sus enemigos, de aquellos que buscan su muerte, en poder del ejército de Babilonia, que acaba de replegarse lejos de vosotros. (Jeremías 34, 21)

  • Esto dice el Señor: Mirad, voy a entregar al faraón Ofrá, rey de Egipto, en manos de sus enemigos, de los que andan buscando su muerte, de la misma manera que entregué a Sedecías, rey de Judá, en manos de su enemigo Nabucodonosor, rey de Babilonia, que buscaba su muerte". (Jeremías 44, 30)

  • Es el día del Señor Dios, día de venganza, para vengarse de sus enemigos. Su espada devorará, se saciará, se embriagará de la sangre de ellos. ¡Un sacrificio que celebra el Señor Dios omnipotente en las tierras del norte, junto al río Éufrates! (Jeremías 46, 10)

  • Haré temblar a Elán ante sus enemigos, frente a los que buscan su muerte. Traeré sobre ellos la desgracia, el furor de mi cólera -dice el Señor-. Haré que la espada los persiga hasta que yo los haya exterminado. (Jeremías 49, 37)

  • Todo el que lo encontraba lo devoraba, y sus enemigos decían: "En esto no hacemos ningún mal, porque han pecado contra el Señor, sede de la justicia, esperanza de sus padres". (Jeremías 50, 7)

  • Llora a raudales en la noche y las lágrimas surcan sus mejillas. Nadie hay que la consuele entre todos sus amantes; la han traicionado todos sus aliados, se le han vuelto enemigos. (Lamentaciones 1, 2)

  • Sus adversarios prevalecen, sus enemigos son felices; porque el Señor la ha afligido por sus muchos pecados; sus niños han marchado al destierro delante del perseguidor. (Lamentaciones 1, 5)

  • Sión alarga sus manos, mas no hay quien la consuele. El Señor ha suscitado contra Jacob por todas partes enemigos; Jerusalén se ha convertido en objeto de horror entre los pueblos. (Lamentaciones 1, 17)

  • Escucha mi gemido: ¡no hay quien me consuele! Todos mis enemigos se alegran de mi ruina, de que tú lo hayas hecho. ¡Haz que llegue el día que habías anunciado, para que sean como yo! (Lamentaciones 1, 21)

  • Abren su boca contra ti todos tus enemigos, silban, rechinan sus dientes, dicen: "¡La hemos tragado! Éste es el día que esperábamos, ¡ya lo tocamos, ya lo vemos!". (Lamentaciones 2, 16)

  • Contra nosotros han abierto su boca todos nuestros enemigos. (Lamentaciones 3, 46)


“Vive-se de fé, não de sonhos.” São Padre Pio de Pietrelcina