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pues está deseando veros a todos vosotros y siente profunda inquietud porque sabe que ha llegado a vosotros la noticia de su enfermedad. (Filipenses 2, 26)
Porque hemos llegado a ser partícipes de Cristo, si seguimos manteniendo inquebrantable hasta el fin nuestra fe inicial. (Hebreos 3, 14)
Pues debiendo ser ya maestros por razón del tiempo, todavía tenéis necesidad de que se os enseñen los primeros rudimentos de oráculos divinos, y habéis llegado a tener necesidad de leche, no de alimento sólido. (Hebreos 5, 12)
que no ha llegado a serlo según la ley de una disposición carnal, sino más bien según el poder de una vida imperecedera. (Hebreos 7, 16)
El jornal de los obreros que segaron vuestros campos, defraudado por vosotros, clama, y los lamentos de los segadores han llegado a los oídos del Señor todopoderoso. (Santiago 5, 4)
Pues ha llegado el tiempo de comenzar el juicio de Dios por el pueblo de Dios. Y si el juicio empieza por nosotros, ¿cuál será el fin que aguarda a los que se han mostrado rebeldes al evangelio de Dios?. (I Pedro 4, 17)
Me he alegrado mucho cuando han llegado los hermanos y han testificado que te mantienes firme en la verdad. (III Juan 1, 3)
porque ha llegado el gran día de su ira, y ¿quién podrá resistir? (Apocalipsis 6, 17)
Los pueblos habían montado en cólera; pero ha llegado tu ira y el momento de juzgar a los muertos; de dar la recompensa a tus siervos los profetas, a los santos y a los que veneran tu nombre, pequeños y grandes, y de exterminar a los que destruían la tierra. (Apocalipsis 11, 18)
Oí una voz potente en el cielo, que decía: Ahora ha llegado la victoria, el poder, el reino de nuestro Dios y la soberanía de su mesías, porque ha sido expulsado el acusador de nuestros hermanos, el que día y noche les acusaba ante nuestro Dios. (Apocalipsis 12, 10)
Decía con voz potente: "Reverenciad a Dios y dadle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio; adorad a aquel que ha hecho el cielo y la tierra, el mar y las fuentes del agua". (Apocalipsis 14, 7)
Salió otro ángel del templo, gritando con voz potente al que estaba sentado sobre la nube: "Echa tu hoz y siega, porque ha llegado la hora de la siega, pues está seca la mies de la tierra". (Apocalipsis 14, 15)