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  • Todavía hoy siguen sus antiguas costumbres. No veneran al Señor, no obran conforme a sus estatutos y decretos, conforme a la ley y al mandato que prescribió a los hijos de Jacob, a quien puso por nombre Israel. (II Reyes 17, 34)

  • Guardaréis fielmente los preceptos y las normas, las leyes y los mandamientos que os escribió. No daréis culto a dioses extranjeros. (II Reyes 17, 37)

  • Ezequías tomo las cartas de manos de los mensajeros, las leyó, fue al templo y, desplegándolas en la presencia del Señor, (II Reyes 19, 14)

  • y no permitiré de nuevo que los israelitas anden errantes fuera de la tierra que he dado a sus padres, con tal que hagan lo que yo les he ordenado y cumplan la ley que les prescribió mi siervo Moisés". (II Reyes 21, 8)

  • Jelcías, el sumo sacerdote, dijo a Safán, el secretario: "He encontrado el libro de la ley en el templo del Señor". Jelcías dio el libro a Safán, quien lo leyó. (II Reyes 22, 8)

  • Después le comunicó la noticia: "El sacerdote Jelcías me ha dado un libro". Y Safán lo leyó en presencia del rey. (II Reyes 22, 10)

  • Cuando el rey oyó las palabras del libro de la ley, rasgó sus vestiduras (II Reyes 22, 11)

  • fue al templo del Señor con todos los hombres de Judá, los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, chicos y grandes, y leyó ante ellos todas las palabras del libro de la alianza encontrado en el templo del Señor. (II Reyes 23, 2)

  • Luego, de pie en el estrado, selló ante la presencia del Señor el pacto de seguir al Señor, guardar sus mandatos, sus instrucciones y sus leyes con todo el corazón y con toda el alma, y de cumplir las cláusulas de la alianza escritas en aquel libro. Y todo el pueblo ratificó la alianza. (II Reyes 23, 3)

  • Josías exterminó también a los nigromantes, a los adivinos, los fetiches, los ídolos y todos los ídolos repugnantes que se veían en el país de Judá y en Jerusalén, a fin de llevar a efecto las palabras de la ley escritas en el libro que había encontrado el sacerdote Jelcías en el templo del Señor. (II Reyes 23, 24)

  • Ni antes ni después de Josías hubo un rey que se volviera como él al Señor con todo su corazón, con toda su alma y con toda su fuerza, conforme en todo con la ley de Moisés. (II Reyes 23, 25)

  • Hijo de Carmí: Acar, que fue la desgracia para Israel por haber violado la ley del anatema. (I Crónicas 2, 7)


“Não sejamos mesquinhos com Deus que tanto nos enriquece.” São Padre Pio de Pietrelcina