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así yo también me recrearé en su desgracia y haré recaer sobre ellos lo que temen; porque he llamado y nadie ha respondido, he hablado y no han escuchado. Han hecho lo que es malo a mis ojos, han elegido lo que a mí no me agrada. (Isaías 66, 4)
El Señor me dijo: "Aunque se presentaran ante mí Moisés y Samuel, mi alma no se inclinaría hacia este pueblo. Échalos de mi presencia, que se vayan. (Jeremías 15, 1)
Sí, yo te devolveré la salud, yo curaré tus heridas -dice el Señor-, porque te han llamado la Abandonada, Sión, de quien nadie se cuida. (Jeremías 30, 17)
Por tanto, esto dice el Señor todopoderoso, Dios de Israel: Voy a traer sobre Judá y sobre todos los habitantes de Jerusalén todas las calamidades con las que los he amenazado, porque los he avisado y no me han hecho caso, los he llamado y no han respondido. (Jeremías 35, 17)
Pero al llegar a la puerta de Benjamín, el guardia que estaba de turno, llamado Yirayas, hijo de Selemías, hijo de Ananías, arrestó al profeta Jeremías exclamando: "¡Tú te pasas a los caldeos!". (Jeremías 37, 13)
He llamado a mis amantes, pero me han traicionado. Mis sacerdotes y mis ancianos han muerto en la ciudad, mientras buscaban alimento que reanimara su vida. (Lamentaciones 1, 19)
Por tanto, esto dice el Señor Dios: Por haber pregonado con jactancia vuestros crímenes, descubriendo vuestras rebeliones y manifestando vuestros pecados en todo vuestro proceder; por haber llamado así la atención sobre vosotros, por eso seréis castigados. (Ezequiel 21, 29)
Finalmente vino a mi presencia Daniel, llamado Baltasar según el nombre de mi Dios, hombre en quien está el espíritu del Dios santo, y le conté el sueño. (Daniel 4, 5)
En el año tercero de Ciro, rey de Persia, una palabra fue revelada a Daniel, llamado por sobrenombre Baltasar; palabra verdadera, anuncio de una gran lucha. Él comprendió la palabra y alcanzó inteligencia en la visión. (Daniel 10, 1)
Había en Babilonia un hombre llamado Joaquín. (Daniel 13, 1)
Cuando la llevaban para matarla, Dios suscitó el santo espíritu de un muchacho llamado Daniel, (Daniel 13, 45)
Los babilonios tenían un ídolo llamado Bel, en cuyo honor gastaban diariamente más de seis hectólitros de flor de harina, cuarenta ovejas y más de dos hectólitros de vino. (Daniel 14, 3)