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  • Sí, hasta el profeta y el sacerdote practican la injusticia, hasta en mi propia casa he encontrado su maldad, -dice el Señor-. (Jeremías 23, 11)

  • El Señor no podía soportar más la maldad de vuestras acciones y las monstruosidades que habéis cometido; por eso vuestro país ha quedado convertido en un desierto, objeto de horror y execración, sin ningún habitante, como sucede actualmente. (Jeremías 44, 22)

  • Cuando yo diga al malvado: ¡Morirás!, si tú no lo amonestas y no le adviertes que abandone su perversa conducta para que pueda vivir, morirá él por su maldad, pero a ti te pediré cuenta de su sangre. (Ezequiel 3, 18)

  • Pero si tú adviertes al malvado y él no se convierte de su maldad y de su conducta perversa, morirá él por su maldad, pero tú te habrás salvado. (Ezequiel 3, 19)

  • Ambos sufrirán la pena de su maldad; el castigo del que consulta será semejante al del profeta, (Ezequiel 14, 10)

  • yo lo he entregado en manos del príncipe de las naciones para que proceda con él conforme a su maldad; lo he desechado. (Ezequiel 31, 11)

  • Tú sabes que éstos han dado testimonio falso contra mí; mira que voy a morir sin haber hecho nada de lo que la maldad de éstos ha tramado contra mí". (Daniel 13, 43)

  • Así haré con vosotros, casa de Israel, por vuestra increíble maldad. (Oseas 10, 15)

  • Meted la hoz, porque la mies está madura; venid, pisad, porque el lagar está lleno, las cubas rebosan, ¡tan grande es su maldad! (Joel 4, 13)

  • "Levántate, vete a Nínive, la gran ciudad, y anúnciales que su maldad ha llegado hasta mí". (Jonás 1, 2)

  • y estoy muy indignado contra las gentes que viven despreocupadamente; yo estaba un poco indignado, pero ellos han aumentado su maldad. (Zacarías 1, 15)

  • El hombre bueno, de su bondad saca buenas cosas; y el hombre malo, de su maldad saca cosas malas. (Mateo 12, 35)


“Que Maria sempre enfeite sua alma com as flores e o perfume de novas virtudes e coloque a mão materna sobre sua cabeça. Fique sempre e cada vez mais perto de nossa Mãe celeste, pois ela é o mar que deve ser atravessado para se atingir as praias do esplendor eterno no reino do amanhecer.” São Padre Pio de Pietrelcina