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Sus servidores le dijeron: "¿Qué es lo que haces? Cuando el niño vivía, ayunabas y llorabas, ¡y ahora que el niño ha muerto te levantas y comes!". (II Samuel 12, 21)
Pero ahora que ha muerto, ¿para qué voy a ayunar? ¿Puedo yo volverle a la vida? Yo iré donde está él, pero él no volverá a mí". (II Samuel 12, 23)
Pero Yonadab, hijo de Simá, hermano de David, tomó la palabra y dijo: "No crea mi señor que han matado a todos los jóvenes, hijos del rey. Sólo ha muerto Amnón, pues era cosa decidida por Absalón desde el día en que Amnón violó a Tamar, su hermana; (II Samuel 13, 32)
que mi señor, el rey, no se haga la idea de que han muerto todos los hijos del rey, porque solamente ha muerto Amnón". (II Samuel 13, 33)
Entonces Joab mandó a buscar a Técoa una mujer hábil y le dijo: "Finge que estás de luto y ponte vestidos de luto; no te perfumes, de modo que parezcas una mujer que, desde hace tiempo, lleva luto por un muerto. (II Samuel 14, 2)
Abisay, hijo de Sarvia, dijo al rey: "¿Por qué insulta este perro muerto al rey, mi señor? Déjame que vaya y le corte la cabeza". (II Samuel 16, 9)
Joab le respondió: "No serás tú hoy el portador de la buena nueva; lo serás otro día; pero hoy no llevarás una buena nueva, porque ha muerto el hijo del rey". (II Samuel 18, 20)
El rey se conmovió, subió a la habitación de encima de la puerta y se puso a llorar. Y decía sollozando: "¡Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, hijo mío, Absalón! ¡Quién me diera haber muerto yo en tu lugar, Absalón, hijo mío, hijo mío!". (II Samuel 19, 1)
amando a quien te odia y odiando a quien te ama. Hoy has demostrado bien que nada te importan ni los jefes ni los soldados; porque bien sé que, si viviese Absalón y todos nosotros hubiésemos muerto, entonces estarías contento. (II Samuel 19, 7)
Ahora bien, Absalón, a quien habíamos ungido sobre nosotros, ha muerto en la batalla. Entonces, ¿por qué no hacéis algo para que vuelva el rey?". (II Samuel 19, 11)
ella se levantó a medianoche, tomó a mi niño de mi lado, mientras tu sierva dormía, y lo acostó en su regazo, y a su hijo muerto lo acostó en mi seno. (I Reyes 3, 20)
Cuando por la mañana me fui a levantar para dar el pecho a mi hijo, lo encontré muerto. Pero, examinándole luego atentamente a la luz del día, vi que no era mi hijo, el que yo había dado a luz". (I Reyes 3, 21)