Trouvé 22 Résultats pour: nave

  • y construyó, adosado al muro del templo, un anejo de tres pisos en torno a la nave central y a la cámara sagrada con departamentos. (I Reyes 6, 5)

  • La nave central que estaba delante del lugar santísimo tenía veinte metros de larga. (I Reyes 6, 17)

  • Hizo asimismo para la entrada de la nave central puertas de madera de olivo, pero cuadrangulares, (I Reyes 6, 33)

  • palanganas, cuchillos, aspersorios, bandejas y despabiladeras: todo de oro puro; los quicios de las puertas del lugar santísimo y de la nave central, también de oro. (I Reyes 7, 50)

  • Las barras eran tan largas que se podían ver sus extremidades desde la nave central que estaba delante del lugar santísimo, aunque no desde fuera. Allí han estado hasta el presente. (I Reyes 8, 8)

  • La nave central estaba revestida de madera de ciprés, recubierta de oro puro, con palmas y cadenetas grabadas. (II Crónicas 3, 5)

  • Recubrió la nave, las vigas, jambas, paredes y puertas. Sobre las paredes hizo grabar querubines. (II Crónicas 3, 7)

  • Hizo diez mesas, que colocó en la nave central, cinco a la derecha y cinco a la izquierda. Hizo cien aspersorios de oro. (II Crónicas 4, 8)

  • cuchillos, aspersorios, bandejas y despabiladeras, todo de oro puro; los quicios de las puertas del lugar santísimo y de la nave central también de oro. (II Crónicas 4, 22)

  • Las barras eran tan largas que se podían ver sus extremidades desde la nave central, que estaba delante del lugar santísimo, aunque no desde fuera; allí han estado hasta el presente. (II Crónicas 5, 9)

  • Trifón, entretanto, huyó a Ortosia en una nave. (I Macabeos 15, 37)

  • Además, los habitantes de Jafa cometieron un enorme crimen. Con el pretexto de agasajar a los judíos que vivían entre ellos, los invitaron a subir con sus mujeres y sus hijos a una nave que tenían preparada, como si no tuvieran contra ellos intención alguna hostil. (II Macabeos 12, 3)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina