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  • Además, para honrar a hombres venidos de lejos, invitados por conducto de un mensajero, te lavaste, te pintaste los ojos, te adornaste con tus vestidos preciosos, (Ezequiel 23, 40)

  • traían a tu mercado vestidos de lujo, mantos de púrpura y brocado, tapices multicolores, maromas trenzadas y fuertes. (Ezequiel 27, 24)

  • Al entrar por los pórticos del atrio interior vestirán hábito de lino; no llevarán vestidos de lana cuando oficien en los pórticos del atrio interior y dentro del templo. (Ezequiel 44, 17)

  • Cuando salgan al atrio exterior, donde está el pueblo, se despojarán de las vestiduras con que hayan oficiado; las dejarán en las salas del santuario y se pondrán otros vestidos, con el fin de no santificar al pueblo con sus vestiduras. (Ezequiel 44, 19)

  • Éstos, vestidos con sus túnicas, ropas y gorros, fueron atados y arrojados en el ardiente horno de fuego. (Daniel 3, 21)

  • Los sátrapas, prefectos, gobernadores y ministros se acercaron y comprobaron que el fuego no había hecho ningún mal a la persona de aquellos jóvenes y que ni siquiera un pelo de su cabeza se había quemado, ni sus vestidos se habían alterado; más aún, ni el olor del fuego había quedado en ellos. (Daniel 3, 94)

  • desgarrad vuestro corazón, no vuestros vestidos; volved al Señor, vuestro Dios, porque él es clemente y misericordioso, lento a la ira, lleno de lealtad y no le gusta hacer daño. (Joel 2, 13)

  • El ángel tomó la palabra y dijo a los que estaban delante: Quitadle de encima esas ropas sucias. Después dijo a Josué: Mira, he quitado de encima de ti tus pecados y te he vestido con vestidos preciosos. (Zacarías 3, 4)

  • También Judá luchará con Jerusalén. Las riquezas de todos los pueblos de alrededor serán reunidas: oro, plata y vestidos en gran cantidad. (Zacarías 14, 14)

  • pues se decía: "Con sólo tocar sus vestidos me curo". (Mateo 9, 21)

  • Los que lo crucificaron se repartieron sus vestidos a suertes. (Mateo 27, 35)

  • pues se decía: "Con sólo tocar sus vestidos, me curo". (Marcos 5, 28)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina