11. Pero los habitantes de todas estas regiones despreciaron el llamamiento de Nabucodonosor, rey de Asiria, y no fueron con él a la guerra, porque no le temían; lo consideraban como un hombre cualquiera. Despidieron a sus emisarios con las manos vacías y llenos de vergüenza.





“O demônio é forte com quem o teme, mas é fraquíssimo com quem o despreza.” São Padre Pio de Pietrelcina