4. Todos, grandes y pequeños, se habían ido, y no había nadie en la tienda. Judit, de pie junto a la cama, dijo interiormente: "Señor, Dios omnipotente, mira en este momento la obra de mis manos para la exaltación de Jerusalén.





“As almas! As almas! Se alguém soubesse o preço que custam”. São Padre Pio de Pietrelcina