28. Al día siguiente, toda la gente del pueblo vio el altar de Baal hecho pedazos y el tronco sagrado arrasado. Fuera de esto, vieron que un toro había sido sacrificado sobre el nuevo altar.





“É necessário manter o coração aberto para o Céu e aguardar, de lá, o celeste orvalho.” São Padre Pio de Pietrelcina