16. ¡Dichosos los que te aman y se alegran de tu paz! Dichosos también los hombres que lloran tus calamidades, pues se alegrarán en ti al ver tu alegría completa y compartirán tu alegría para siempre. Bendice, alma mía, al Señor y gran Rey,





“Que Jesus o mergulhe no esplendor da Sua imortal juventude.” São Padre Pio de Pietrelcina