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Nunca más volverá, sino que morirá en el lugar adonde lo llevaron prisionero, y jamás verá este país. (Jeremías 22, 12)
Voy a reunir el resto de mis ovejas, llamándolas de todos los países adonde las haya dispersado. Las haré volver a sus pastos, donde se criarán y se multiplicarán. (Jeremías 23, 3)
Serán motivo de espanto y de vergüenza para todos los reinos de la tierra; se reirán y se burlarán de ellos, serán como un ejemplo de maldición en todos los países adonde los echaré. (Jeremías 24, 9)
Entonces haré que me encuentren; volverán sus desterrados, que yo reuniré de todos los países y de todos los lugares adonde los expulsé. Y luego los haré volver de donde fueron desterrados -palabra de Yavé-. (Jeremías 29, 14)
Los perseguiré con la espada, el hambre y la peste. Producirán terror a todos los reinos de la tierra, y serán motivo de maldición, de admiración, de burla y de risa para todas las naciones adonde los arroje. (Jeremías 29, 18)
Vendrá un día en que los centinelas gritarán desde los cerros de Efraím: «"¡Levántense, subamos a Sión, adonde está Yavé nuestro Dios!" (Jeremías 31, 6)
«Yo los reuniré de todos los países adonde los empujé cuando estaba tan enojado, indignado y encolerizado. Los haré regresar a este lugar y haré que vivan seguros en él. (Jeremías 32, 37)
y sostienen, por el contrario: «No, que es a Egipto adonde queremos ir, pues allí no veremos más la guerra, ni oiremos el toque del clarín, ni sufriremos de falta de paz; es allí donde queremos morar», (Jeremías 42, 14)
De este grupito de Judá que se vino a vivir a Egipto nadie escapará con vida para volver a su patria, adonde tanto anhelan volver a vivir. Nadie regresará, sino algunos pocos fugitivos.» (Jeremías 44, 14)
No temas, servidor mío, Jacob, dice Yavé, pues yo estoy a tu lado. Destruiré a todas las naciones adonde te arrojé, pero a ti no te exterminaré; te castigaré como lo mereces, pero no será una venganza. (Jeremías 46, 28)
Haré que soplen sobre Elam los cuatro vientos desde los cuatro puntos cardinales del cielo; ¡y mandaré a los elamitas a todos estos vientos, y no habrá nación adonde no lleguen fugitivos de Elam! (Jeremías 49, 36)
Los seres iban adonde el Espíritu quería, y las ruedas también iban allá porque el espíritu que estaba en los seres estaba también en las ruedas. (Ezequiel 1, 20)