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Del mismo modo todos los jefes, los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, según todas las costumbres abominables de las naciones paganas, y mancharon la Casa de Yavé, que él se había consagrado en Jerusalén. (2 Crónicas 36, 14)
Siendo aún joven y estando en Israel, mi país, toda la tribu de mi padre Neftalí se separó de la familia de David y de Jerusalén, ciudad que fue elegida entre todas las tribus de Israel para que se ofrecieran los sacrificios, ya que allí se había edificado y consagrado el Templo en el que habita Dios. (Tobías 1, 4)
"Yo soy quien ha consagrado a mi rey en Sión, mi monte santo." (Salmos 2, 6)
"No toquen a los que me he consagrado, a mis profetas no les hagan daño." (Salmos 105, 15)
Precisamente en el mismo tiempo y en la misma fecha que lo habían profanado los paganos, fue consagrado con cantos acompañados de cítaras, arpas y címbalos. (1 Macabeos 4, 54)
«Si no me entregan encadenado a Judas, arrasaré este lugar consagrado a Dios, destruiré el altar y aquí mismo levantaré un espléndido templo a Dionisio.» Y dicho esto se fue. (2 Macabeos 14, 33)
Ellos posponían su preocupación por sus esposas, hijos y familiares. Antes que nada temían por el Templo consagrado a Dios. (2 Macabeos 15, 18)
Entonces el que cada vez se había consagrado por entero al bien de sus conciudadanos y nunca había vacilado en el cariño que les tenía, Judas, mandó que cortaran la cabeza de Nicanor y su brazo hasta el hombro y los llevaran a Jerusalén. (2 Macabeos 15, 30)
Le puso una corona de oro por encima del turbante, con una inscripción en relieve: "¡Consagrado al Señor!" Era un adorno precioso, una obra espléndida que atraía las miradas de todos. (Sirácides (Eclesiástico) 45, 12)
Intervino Jeremías, al que habían maltratado. Fue consagrado como profeta desde el vientre de su madre: tenía que arrancar, destruir y dejar en ruinas, y luego construir y plantar. (Sirácides (Eclesiástico) 49, 7)
Si te preocupas de no caminar en día sábado ni de tratar tus negocios en el día santo; si tú llamas al sábado «Delicioso», y «Venerable» al día consagrado a Yavé; si tú lo veneras, evitando los viajes, no haciendo tus negocios ni arreglando, ese día, tus asuntos, (Isaías 58, 13)
Se desprecia lo que me está consagrado, no se respetan mis sábados. (Ezequiel 22, 8)