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Lo revistió con un traje sagrado, bordado de oro, de púrpura y de escarlata; encima llevaba el pectoral con el urim y el tumim, bordado también con hilos escarlatas. (Sirácides (Eclesiástico) 45, 10)
Cuando llegó la hora de su sueño eterno, dio testimonio delante del Señor y de su Ungido: "¡Nada he tomado a nadie, ni dinero, ni siquiera un par de sandalias!" y nadie lo acusó. (Sirácides (Eclesiástico) 46, 19)
Dio esplendor a las fiestas y realzó el brillo de las solemnidades, haciendo que se alabara el nombre del Señor: desde la aurora se oía el canto sagrado. (Sirácides (Eclesiástico) 47, 10)
pero que perdonan al culpable por dinero, y privan al justo de sus derechos! (Isaías 5, 23)
O bien, ¿a quién debo yo dinero, y a quién los he vendido? Por culpa de sus pecados fueron vendidos y por sus infidelidades me divorcié de su madre. ¿Por qué, cuando llegué, no encontré a nadie, y cuando llamé, nadie me respondió? ¿Se me habrá acortado el brazo, que no alcanza a salvar, o será que ya no tengo fuerzas? Con un solo gesto dejo seco el mar y cambio los ríos en desiertos. Sus peces, sin agua, quedan en seco y mueren de sed. (Isaías 50, 2)
A ver ustedes que andan con sed, ¡vengan a las aguas! No importa que estén sin plata, vengan; pidan trigo sin dinero, y coman, pidan vino y leche, sin pagar. (Isaías 55, 1)
Los profetas anuncian mentiras, los sacerdotes buscan el dinero y todo esto le gusta a mi pueblo. ¿Qué harán ustedes, cuando llegue el fin? (Jeremías 5, 31)
Ay de mí, ¡madre mía!, ¿por qué me diste a luz? Soy hombre que trae líos y contiendas a todo el país. No les debo dinero, ni me deben; ¡pero todos me maldicen! (Jeremías 15, 10)
A precio de plata bebemos nuestra agua, nuestra leña nos llega por dinero. (Lamentaciones 5, 4)
e hicieron una colecta de dinero, de acuerdo a las posibilidades de cada uno. (Baruc 1, 6)
Y les dijeron: «Les mandamos dinero para que compren holocaustos y ofrendas por el pecado e incienso, y para que ofrezcan sacrificios en el altar del Señor nuestro Dios, (Baruc 1, 10)
no come la carne no desangrada, no vuelve sus ojos hacia los sucios ídolos de la casa de Israel, no ensucia a la mujer de su prójimo ni se acerca a una mujer durante su regla; no oprime a nadie, devuelve la garantía al que le debía, no comete robos, da su pan al que tiene hambre y le pone ropa al que está desnudo; no presta su dinero con interés, no cobra comisiones, aparta su mano de la injusticia, juzga conforme a la verdad cualquier problema entre un hombre y su prójimo; (Ezequiel 18, 6)