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  • Después de esto, el anciano dijo a sus hijos: «Cuando yo muera, sepúltenme junto a él, y pongan mis huesos junto a los suyos. (1 Reyes 13, 31)

  • Resulta que en ese momento unas personas estaban sepultando a un difunto, cuando divisaron a los moabitas. De prisa tiraron el cadáver al sepulcro de Eliseo y se pusieron a salvo. Pero el hombre, al tocar los huesos de Eliseo, cobró vida y se puso de pie. (2 Reyes 13, 21)

  • El rey rompió las imágenes de los falsos dioses, cortó los troncos sagrados, y los lugares en donde se encontraban fueron llenados de huesos humanos para hacerlos impuros. (2 Reyes 23, 14)

  • Mirando por todos lados, Josías divisó tumbas en el cerro; ordenó sacar los huesos y los quemó en el altar. Así se cumplió la palabra de Yavé, que un hombre de Dios había proclamado cuando Jeroboam estaba junto al altar durante una fiesta. (2 Reyes 23, 16)

  • El rey ordenó: «Dejen en paz la tumba, y que nadie toque sus huesos.» Y sus huesos, junto con los del profeta de Samaria, no fueron tocados. (2 Reyes 23, 18)

  • Degolló sobre los altares a todos los sacerdotes de los santuarios de las lomas que se encontraban allí, y quemó sobre los altares huesos humanos. Luego se volvió a Jerusalén. (2 Reyes 23, 20)

  • se levantaron todos los valientes, tomaron el cadáver de Saúl y los de sus hijos, y los llevaron a Jabés. Enterraron sus huesos bajo el terebinto de Jabés, y ayunaron siete días. (1 Crónicas 10, 12)

  • Todo Israel se congregó en torno a David, en Hebrón, y le dijeron: «Somos nosotros de tu carne y de tus huesos. (1 Crónicas 11, 1)

  • Quemó los huesos de sus sacerdotes sobre sus altares y purificó a Judá y Jerusalén. (2 Crónicas 34, 5)

  • Pero extiende tu mano y toca sus huesos y su carne; verás si no te maldice en tu propia cara.» (Job 2, 5)

  • sentí un escalofrío de terror y mis huesos se pusieron a temblar. (Job 4, 14)

  • De piel y de carne me cubriste y de huesos y nervios me tejiste, (Job 10, 11)


“Nas tentações, combata com coragem! Nas quedas, humilhe-se mas não desanime!” São Padre Pio de Pietrelcina