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  • Aquel mismo día dos discípulos se dirigían a un pueblecito llamado Emaús, que está a unos doce kilómetros de Jerusalén, (Evangelio según San Lucas 24, 13)

  • Uno de ellos, llamado Cleofás, le contestó: «¿Cómo? ¿Eres tú el único peregrino en Jerusalén que no está enterado de lo que ha pasado aquí estos días?» (Evangelio según San Lucas 24, 18)

  • De inmediato se levantaron y volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once y a los de su grupo. (Evangelio según San Lucas 24, 33)

  • Luego debe proclamarse en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados, comenzando por Jerusalén, y yendo después a todas las naciones, invitándolas a que se conviertan. (Evangelio según San Lucas 24, 47)

  • Ellos se postraron ante él.) Después volvieron llenos de gozo a Jerusalén, (Evangelio según San Lucas 24, 52)

  • Este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén para preguntarle: «¿Quién eres tú? » (Evangelio según San Juan 1, 19)

  • Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. (Evangelio según San Juan 2, 13)

  • Jesús se quedó en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua, y muchos creyeron en él al ver las señales milagrosas que hacía. Pero Jesús no se fiaba de ellos, pues los conocía a todos (Evangelio según San Juan 2, 23)

  • Nuestros padres siempre vinieron a este cerro para adorar a Dios y ustedes, los judíos, ¿no dicen que Jerusalén es el lugar en que se debe adorar a Dios?» (Evangelio según San Juan 4, 20)

  • Jesús le dijo: «Créeme, mujer: llega la hora en que ustedes adorarán al Padre, pero ya no será "en este cerro" o "en Jerusalén". (Evangelio según San Juan 4, 21)

  • Sin embargo los galileos lo recibieron muy bien al llegar, porque habían visto todo lo que Jesús había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues ellos también habían ido a la fiesta. (Evangelio según San Juan 4, 45)

  • Después de esto se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. (Evangelio según San Juan 5, 1)


“Tenhamos sempre horror ao pecado mortal e nunca deixemos de caminhar na estrada da santa eternidade.” São Padre Pio de Pietrelcina