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  • Un hombre intachable tomó inmediatamente su defensa con las armas de su ministerio: la oración y el incienso de los sacrificios expiatorios. Así enfrentó a tu cólera, Señor, y puso fin a su prueba: vieron entonces que era tu servidor. (Sabiduría 18, 21)

  • ¡Son unos estúpidos los príncipes de Zoan,! Los sabios de Faraón forman un ministerio de imbéciles, y todavía dicen al Faraón: «Yo soy un alumno de sabios, un alumno de antiguos reyes.» (Isaías 19, 11)

  • Porque tú mandaste sobre nosotros tu cólera y tu furor, como lo habías declarado por el ministerio de tus servidores los profetas, en estos términos: (Baruc 2, 20)

  • Pero nosotros no escuchamos tu invitación de servir al rey de Babilonia; entonces tú cumpliste las palabras que habías pronunciado por ministerio de tus siervos los profetas: los huesos de nuestros reyes y los de nuestros padres serían sacados de su lugar. (Baruc 2, 24)

  • como lo habías declarado por ministerio de tu servidor Moisés el día en que tú le mandaste que escribiera la Ley en presencia de los hijos de Israel, en estos términos: (Baruc 2, 28)

  • era uno de nuestro grupo y había sido llamado a compartir nuestro ministerio común. (Hecho de los Apóstoles 1, 17)

  • para ocupar este cargo, y recibir este ministerio y apostolado del que Judas se retiró para ir al lugar que le correspondía.» (Hecho de los Apóstoles 1, 25)

  • mientras que nosotros nos dedicaremos de lleno a la oración y al ministerio de la Palabra.» (Hecho de los Apóstoles 6, 4)

  • Pablo los saludó y fue contando detalladamente todas las cosas que Dios había realizado entre los paganos por su ministerio. (Hecho de los Apóstoles 21, 19)

  • Gracias sean dadas a Dios, que siempre nos lleva en el desfile victorioso de Cristo y que por nuestro ministerio difunde por todas partes su conocimiento cual fragancia de incienso. (2º Carta a los Corintios 2, 14)

  • Cuando se dieron leyes grabadas en tablas de piedra, ese ministerio fue rodeado de gloria, a pesar de que no traía más que sentencias de nuerte; eso no obstante, los israelitas no podían fijar su mirada en el rostro de Moisés a causa de su resplandor, aunque era fugaz. (2º Carta a los Corintios 3, 7)

  • Si tan grande fue el ministerio que sentenciaba la condenación, ¿no lo será mucho más todavía el que procura la santidad? (2º Carta a los Corintios 3, 9)


“Como Jesus, preparemo-nos a duas ascensões: uma ao Calvário e outra ao Céu. A ascensão ao Calvário, se não for alegre, deve ao menos ser resignada!” São Padre Pio de Pietrelcina