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  • Y el mensajero respondió: «Israel huyó delante de los filisteos. El pueblo ha sufrido una gran derrota, también han muerto tus hijos Jofni y Finjas y el Arca de Dios ha sido capturada.» (1 Samuel 4, 17)

  • Su nuera, la mujer de Finjas, estaba embarazada y por dar a luz. Cuando supo que el Arca de Dios había sido capturada y que su suegro y su marido habían muerto, sufrió un alumbramiento prematuro. (1 Samuel 4, 19)

  • David, entonces, corrió y se puso de pie encima de su cuerpo, tomó su espada y lo remató cortándole la cabeza. Los filisteos, al ver muerto a su campeón, huyeron. (1 Samuel 17, 50)

  • Cuando David volvió, después de haber muerto al filisteo, Abner lo tomó y lo llevó ante Saúl con la cabeza del filisteo en la mano. (1 Samuel 17, 57)

  • Si estoy vivo todavía, entonces guárdame tu amistad en nombre de Yavé; si estoy muerto, (1 Samuel 20, 14)

  • ¿A quién persigues? ¿A un perro muerto o a una pulga? (1 Samuel 24, 14)

  • Al saber David que Nabal había muerto, exclamó: «¡Bendito sea Yavé, que me ha hecho justicia por la injuria que yo recibí de Nabal! Me ha impedido hacer el mal y ha hecho recaer la maldad de Nabal sobre su cabeza.»David envió mensajeros para proponer matrimonio a Abigaíl. (1 Samuel 25, 39)

  • Samuel había muerto y todo Israel lo había llorado. Fue sepultado en Ramá, su ciudad. (1 Samuel 28, 3)

  • Viendo que Saúl había muerto, su escudero se arrojó también sobre su espada, y murió junto a él. (1 Samuel 31, 5)

  • Los israelitas que vivían en la parte alta del valle y al otro lado del Jordán vieron huir a las tropas de Israel. Cuando supieron que Saúl y sus hijos habían muerto, abandonaron sus pueblos y huyeron y los filisteos subieron a ocuparlos. (1 Samuel 31, 7)

  • Al otro día bajaron los filisteos para despojar a los muertos. Encontraron a Saúl muerto junto a sus tres hijos en el monte Gelboé. Le cortaron la cabeza y lo despojaron de sus armas. (1 Samuel 31, 8)

  • Y ahora, sigan valientes y animosos. Aunque Saúl ha muerto, sepan ustedes que los hombres de Judá me han ungido como su rey.» (2 Samuel 2, 7)


“Não há nada mais inaceitável do que uma mulher caprichosa, frívola e arrogante, especialmente se é casada. Uma esposa cristã deve ser uma mulher de profunda piedade em relação a Deus, um anjo de paz na família, digna e agradável em relação ao próximo.” São Padre Pio de Pietrelcina