pronađen 234 Rezultati za: Profeta

  • Si algún profeta habla en nombre de Yavé y lo que dice no sucede, tú sabrás que esta palabra no viene de Yavé. El profeta habrá hablado para jactarse y no le harás caso. (Deuteronomio 18, 22)

  • No ha vuelto a surgir en Israel profeta semejante a Moisés. Con él, Yavé había tratado cara a cara. (Deuteronomio 34, 10)

  • Yavé les mandó un profeta que les dijo: «Así habla Yavé, Dios de Israel: Yo los hice subir de Egipto y los saqué de la casa de la esclavitud. (Jueces 6, 8)

  • Todo el pueblo, desde Dan hasta Bersebá, supo que Samuel había dado pruebas de que era profeta de Yavé. Helí era ya muy viejo y sus hijos se portaban cada vez peor a los ojos de Yavé; (1 Samuel 3, 20)

  • Porque antes en Israel, cuando alguien iba a consultar a Dios, decía: «Vamos a ver al vidente»; se llamaba entonces vidente al que llamamos profeta.) (1 Samuel 9, 9)

  • El profeta Gad dijo a David: «No te quedes en el refugio. Vuelve a las tierras de Judá.» Partió David y entró en el bosque de Jeret. (1 Samuel 22, 5)

  • Entonces dijo al profeta Natán: «Yo vivo en una casa cubierta de ma dera de cedro, mientras que el Arca de Yavé está en una tienda de campaña.» (2 Samuel 7, 2)

  • Yavé envió al profeta Na tán donde David. Natán en tró donde el rey y le dijo: «En una ciu dad había dos hombres; uno era rico y el otro, pobre. (2 Samuel 12, 1)

  • y mandó, por medio del profeta Natán, que le pusie ran el nombre de Jedidia (es decir, «Amado de Yavé»). (2 Samuel 12, 25)

  • Al día siguiente, cuando David se levantaba, Yavé había dirigido a Gad, el profeta vidente de David, las palabras siguientes: «Ve a decir a David esto, de mi parte: (2 Samuel 24, 11)

  • David dijo al profeta Gad: «Estoy en un gran apuro, pero prefiero caer en las manos de Dios, cuya misericordia es grande, y no caer en manos de los hombres.» (2 Samuel 24, 14)

  • En cambio, el sacerdote Sadoc, Banaías, hijo de Yoyada, el profeta Natán, Semeí, Reí y los valientes de la guardia de David no estaban con Adonías. (1 Reyes 1, 8)


“De que vale perder-se em vãos temores?” São Padre Pio de Pietrelcina