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Salomón reinó en Jerusalén sobre todo Israel cuarenta años. (2 Crónicas 9, 30)
Apenas lo supo Jeroboam, hijo de Nabat, estando todavía en Egipto, adonde había ido huyendo del rey Salomón, volvió de Egipto, pues habían enviado a llamarlo. (2 Crónicas 10, 2)
El rey Roboam pidió consejo a los ancianos que habían servido a su padre Salomón, en vida de éste, diciendo: «¿Qué me aconsejan que responda a este pueblo?» (2 Crónicas 10, 6)
«Habla a Roboam, hijo de Salomón, rey de Judá, y a todos los israelitas de Judá y Benjamín, y diles de parte mía: (2 Crónicas 11, 3)
y con su llegada se fortaleció el reino de Judá y el poder de Roboam, hijo de Salomón, por tres años. Pues siguieron el camino de David y de Salomón durante tres años. (2 Crónicas 11, 17)
Subió, pues, Sosaq, rey de Egipto, contra Jerusalén y se apoderó de los tesoros de la Casa de Yavé y de los tesoros de la casa del rey. De todo se apoderó. Tomó también los escudos de oro que había hecho Salomón. (2 Crónicas 12, 9)
Pero Jeroboam, hijo de Nabat, siervo de Salomón, se rebeló orgullosamente contra su señor. (2 Crónicas 13, 6)
Se juntaron con él unos hombres vanos y malvados y se opusieron a Roboam, hijo de Salomón, de manera que Roboam, que era joven y sin experiencia,no los resistió. (2 Crónicas 13, 7)
Hubo gran gozo en Jerusalén porque desde los días de Salomón, hijo de David, rey de Israel, no se había visto cosa semejante. (2 Crónicas 30, 26)
Colocó el ídolo que había fabricado en la Casa de Yavé, de la cual había dicho Dios a David y a Salomón su hijo: «En esta Casa y en Jerusalén, que he elegido entre las tribus de Israel, pondré mi Nombre para siempre. (2 Crónicas 33, 7)
Dijo a los levitas que enseñan a todo Israel y están consagrados a Yavé: «Pongan el Arca Santa en la Casa que construyó Salomón, hijo de David, rey de Israel, porque ya no habrán de llevarla en los hombros. Ahora sirvan a Yavé nuestro Dios y a Israel, su pueblo. (2 Crónicas 35, 3)
Estén preparados según las casas paternas y las clases de ustedes conforme a lo escrito por David, rey de Israel, y lo escrito por su hijo Salomón. (2 Crónicas 35, 4)