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  • Las naciones comprenderán que si el pueblo de Israel estuvo en el exilio, fue porque pecó contra mí; le oculté mi rostro porque me fue infiel; lo entregué en manos de sus enemigos, y todos murieron a espada. (Ezequiel 39, 23)

  • Los traté como lo merecían por sus pecados y sus infidelidades, y les oculté mi rostro. (Ezequiel 39, 24)

  • Ya no les ocultaré mi rostro, sino que difundiré mi Espíritu en mi pueblo de Israel - palabra de Yavé. (Ezequiel 39, 29)

  • Y ahora te seguimos de todo corazón, te tememos y buscamos tu rostro. No nos dejes en la humillación, (Daniel 3, 41)

  • Ahora, pues, oh Dios nuestro, escucha la plegaria y las súplicas de tu siervo, y, por amor de ti mismo, haz brillar tu rostro sobre tu santuario devastado. (Daniel 9, 17)

  • Su cuerpo era como de crisólito, su rostro era como el brillo del relámpago, sus ojos como antorchas encendidas, sus brazos y piernas brillantes como bronce pulido, y el rumor de sus palabras como el rumor de una multitud (Daniel 10, 6)

  • Oí el sonido de sus palabras y, al oírlo, caí desvanecido, rostro en tierra. (Daniel 10, 9)

  • ¡Acusen a su madre, acúsenla, porque ella ya no es mi esposa ni yo soy su marido! Que se limpie de la infidelidad grabada en su rostro y tire afuera la impureza que se apegó a sus pechos. (Oseas 2, 4)

  • Se levantó Jonás, pero fue para huir a Tarsis, lejos de la presencia de Yavé. Descendió a Jafa, donde encontró un barco que salía para Tarsis, pagó su pasaje y se embarcó para irse con ellos a Tarsis, lejos del rostro de Yavé. (Jonás 1, 3)

  • y se echó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole las gracias. Era un samaritano. (Evangelio según San Lucas 17, 16)

  • Y el Padre que me ha enviado también da testimonio de mí. Ustedes nunca han oído su voz ni visto su rostro; (Evangelio según San Juan 5, 37)

  • En ese momento, todos los que estaban sentados en el Sanedrín fijaron los ojos en Esteban, y su rostro les pareció como el de un ángel. (Hecho de los Apóstoles 6, 15)


“Quanto maiores forem os dons, maior deve ser sua humildade, lembrando de que tudo lhe foi dado como empréstimo.” São Padre Pio de Pietrelcina