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  • Después de esto dijo Samuel a Saúl: «A mí me envió Yavé para consagrarte rey de su pueblo, Israel. Escucha, pues, lo que él te manda decir. Esta es la palabra de Yavé de los Ejércitos: (1 Samuel 15, 1)

  • Saúl y su gente dejaron con vida a Agag y lo mejor de sus rebaños y ganados, vacunos y corderos gordos; en una palabra, no quisieron condenar a la destrucción nada de lo bueno que había. En cambio sacrificaron lo que no servía o carecía de valor.Entonces Yavé dirigió su palabra a Samuel y le dijo: (1 Samuel 15, 9)

  • Samuel se conmovió y, toda la noche, estuvo clamando a Yavé. (1 Samuel 15, 11)

  • Samuel, pues, se vino donde Saúl. Al verlo, Saúl le dijo: «¡Que Yavé te bendiga! H umplido las órdenes de Yavé.» (1 Samuel 15, 13)

  • Pero Samuel preguntó: «¿Y qué son esos balidos que llegan a mis oídos y esos mugidos que oigo?» (1 Samuel 15, 14)

  • Entonces Samuel dijo a Saúl: «Déjame hablar y te contaré lo que me ha revelado Yavé esta noche.» «Habla», respondió Saúl. (1 Samuel 15, 16)

  • Dijo, pues, Samuel: «Aunque te creías pequeño, ¿no llegaste acaso a ser el jefe de las tribus de Israel y no te consagró Yavé como rey de Israel? (1 Samuel 15, 17)

  • Saúl respondió a Samuel: «Yo hice lo que me ordenó: traje prisionero a Agag, rey de Amalec, y condené a muerte a todos los amalecitas. (1 Samuel 15, 20)

  • Entonces Samuel dijo: «A Yavé no le agradan los holocaustos y los sacrificios, sino que se escuche su voz; la obediencia vale más que los sacrificios; la docilidad tiene más precio que la grasa de los corderos; (1 Samuel 15, 22)

  • Saúl dijo a Samuel: «He pecado, desobedeciendo la orden de Yavé y tus mandatos, porque tuve miedo al pueblo y lo escuché. (1 Samuel 15, 24)

  • Pero Samuel respondió: «No iré más contigo porque has rechazado la palabra de Yavé, y él te ha rechazado para que no seas más rey de Israel.» (1 Samuel 15, 26)

  • Y, como Samuel se daba vuelta para marcharse, Saúl lo tomó del extremo del manto, que se arrancó. (1 Samuel 15, 27)


“A natureza humana também quer a sua parte. Até Maria, Mãe de Jesus, que sabia que por meio de Sua morte a humanidade seria redimida, chorou e sofreu – e como sofreu!” São Padre Pio de Pietrelcina