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  • Entonces llamó el rey al sumo sacerdote Joyadá, y le dijo: «¿Por qué no has tenido cuidado de que los levitas trajeran de Judá y de Jerusalén la contribución que Moisés, siervo de Yavé, y la asamblea de Israel determinaron para la Tienda de las Citas?» (2 Crónicas 24, 6)

  • Cuando llevaban la caja a los inspectores del rey, por medio de los levitas, si veían que había mucho dinero, venía el secretario del rey y el inspector del sumo sacerdote para vaciar la caja; luego la tomaban y volvían a su lugar. Así lo hacían cada día, y recogían dinero en abundancia. (2 Crónicas 24, 11)

  • El sumo sacerdote Azarías y todos los sacerdotes, al mirarlo, vieron que tenía lepra en la frente. Por lo cual lo echaron de allí rápidamente; y él mismo se apresuró a salir porque Yavé lo había herido. (2 Crónicas 26, 20)

  • respondió el sumo sacerdote Azarías, de la familia de Sadoq, y dijo: «Desde que comenzaron a traer las ofrendas reservadas a la Casa de Yavé, hemos comido y nos hemos saciado, y aún sobra muchísimo, porque Yavé ha bendecido a su pueblo; y esta gran cantidad es la que sobra.» (2 Crónicas 31, 10)

  • Fueron, pues, donde el sumo sacerdote Helquías y le entregaron el dinero traído a la Casa de Dios, es decir, todo lo que los levitas y porteros habían recibido de Manasés y de Efraím y de todo el resto de Israel, de todo Judá y Benjamín y de los habitantes de Jerusalén. (2 Crónicas 34, 9)

  • de Abisua, de Finjas, de Eleazar, y de Aarón, sumo sacerdote. (Esdras 7, 5)

  • Después de él, Baruc, hijo de Zabbay, reparó otro sector, desde el ángulo hasta la puerta de la casa del sumo sacerdote Elyasib. (Nehemías 3, 20)

  • También eché de mi lado a uno de los hijos de Joyada, hijo del sumo sacerdote Elyasib, que era yerno de Sambalat, el jeronita. (Nehemías 13, 28)

  • El sumo sacerdote, Joaquín, y todo el Consejo de Ancianos de los habitantes de Jerusalén vinieron a enterarse de los beneficios con que el Señor había colmado a Israel, y para ver a Judit y saludarla. (Judit 15, 8)

  • Por eso, hoy te nombramos Sumo Sacerdote de tu nación y te concedemos el título de Amigo del Rey (y le mandó un vestido de rojo púrpura y una corona de oro). Así te invitamos a cuidar nuestros intereses y guardarnos tu amistad.» (1 Macabeos 10, 20)

  • Renuncio a la fortaleza de Jerusalén y se la doy al sumo sacerdote para que escoja a los hombres que quiera para defenderla. (1 Macabeos 10, 32)

  • Los tres distritos de Samaria que fueron agregados a Judea, se considerarán como parte del territorio judío y, para que no haya conflicto de poderes, no estarán sometidos a otra autoridad que la del sumo sacerdote. (1 Macabeos 10, 38)


“O Anjo de Deus não nos abandona jamais.” São Padre Pio de Pietrelcina