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  • Entonces Moisés y el sacerdote Eleazar recibieron el oro de los jefes de millar y de cien y lo llevaron a la Tienda de las Citas para que quedaran ante Yavé y para que él se acordara de los hijos de Israel. (Números 31, 54)

  • Yavé dijo a Moisés: «Ya se acerca el día en que vas a juntarte con tus padres. Llama a Josué y preséntense los dos en la Tienda de las Citas, para que yo le dé mis órdenes.» Moisés fue con Josué y se presentaron en la Tienda de las Citas. (Deuteronomio 31, 14)

  • Yavé se les apareció en la Tienda, en la columna de nube; la columna estaba a la entrada de la Tienda. Y Yavé dijo a Moisés: (Deuteronomio 31, 15)

  • Esto es lo que hice: Encontré entre los despojos una rica capa, de Senaar, doscientos siclos de plata y una barra de oro de cincuenta siclos. Me dejé tentar y lo tomé. Ahora lo tengo escondido en un hoyo en medio de mi tienda y la plata está debajo.» (Josué 7, 21)

  • Josué entonces envió unos mensajeros, que corrieron a la tienda de Acán y encontraron el botín en la tienda, y la plata debajo. (Josué 7, 22)

  • Entonces Josué tomó a Acán, junto con la plata, la capa y el oro, con sus hijos y también sus hijas, sus bueyes, burros y ovejas, su tienda y todo cuanto tenía. Todo Israel lo acompañaba y los llevaron al valle de Acor. (Josué 7, 24)

  • Cuando los hijos de Israel terminaron de conquistar el territorio, instalaron en Silo la Tienda de las Declaraciones divinas y celebraron ahí una asamblea. (Josué 18, 1)

  • Estas son las posesiones que Eleazar, el sacerdote, Josué, hijo de Nun, y los jefes de las familias de las tribus de los hijos de Israel distribuyeron por suerte en Silo, delante de Yavé, a la entrada de la Tienda de las Declaraciones divinas. Así terminaron la distribución del país. (Josué 19, 51)

  • Allí se refugió Sísara, y llegó corriendo a la tienda de campaña de Yael, esposa de Heber, el quenita; pues había paz entre las tribus quenitas y los cananeos de Yabín, rey de Jasor. (Jueces 4, 17)

  • Entonces la mujer tomó un martillo y una estaca de la tienda, se acercó a él despacito y le clavó en la cabeza la estaca, que se fijó en la tierra. (Jueces 4, 21)

  • Se acercó Gedeón y escuchó cómo un hombre contaba a su vecino un sueño que había tenido. Este decía: «He tenido un sueño: un pan grande de cebada rodaba por el campamento de Madián, llegó hasta una tienda, chocó contra ella y la volcó de arriba abajo.» (Jueces 7, 13)

  • Todo el pueblo se levantó como un solo hombre y dijo: «Ninguno de nosotros marchará a su tienda, nadie volverá a su casa. (Jueces 20, 8)


“A sua casa deve ser uma escada para o Céu”. São Padre Pio de Pietrelcina