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  • Córtate tus cabellos largos y tíralos. Entona sobre los cerros pelados una lamentación. Porque Yavé ha despreciado y rechazado a esta generación a la que aborrece.» (Jeremías 7, 29)

  • ¡Ah!, tus adulterios y tus gritos de placer, tu descarada prostitución, en los cerros y en los campos, todas tus monstruosidades, yo las he visto. Desgraciada Jerusalén, ¿hasta cuándo, todavía, estarás impura? (Jeremías 13, 27)

  • Los burros se paran sobre los cerros pelados, aspiran el aire como suelen hacer los chacales, y desfallecen porque no hay ni un cardo. (Jeremías 14, 6)

  • Yo enviaré primero a muchos pescadores, dice Yavé, que los pescarán; después, a numerosos cazadores, que los perseguirán por montes y cerros, y hasta en las cavernas de las montañas. (Jeremías 16, 16)

  • y los cerros del llano. Tu riqueza y todos tus tesoros los entregaré al saqueo, en pago por todos tus pecados cometidos en tus santuarios altos por todo tu territorio. (Jeremías 17, 3)

  • Aquí subirán los habitantes de las ciudades de Judá, de los alrededores de Jerusalén, de la tierra de Benjamín, de la Tierra Baja, de los cerros y del sur, trayendo víctimas y sacrificios, incienso y ofrendas, en acción de gracias al Templo de Yavé. (Jeremías 17, 26)

  • Sube a los cerros del Líbano y grita; levanta tu voz desde los cerros de Basán y de lo alto del Abarim, porque todos tus amantes han sido aplastados. (Jeremías 22, 20)

  • De nuevo lucirás tu belleza bailando, alegremente, con tus panderetas. De nuevo plantarás viñas en los cerros de Samaria, como antes las plantaban los viñadores y las cosechaban. (Jeremías 31, 5)

  • Vendrá un día en que los centinelas gritarán desde los cerros de Efraím: «"¡Levántense, subamos a Sión, adonde está Yavé nuestro Dios!" (Jeremías 31, 6)

  • De nuevo se comprarán campos y se firmarán contratos con sellos y con testigos, tanto en las tierras de Benjamín y en los alrededores de Jerusalén como en las ciudades de Judá, de la llanura, de los cerros y del sur. Pues yo haré volver a sus cautivos.» Palabra de Yavé. (Jeremías 32, 44)

  • Salgan de las ciudades y váyanse a los cerros, habitantes de Moab. Imiten a las palomas, que hacen sus nidos al borde del precipicio. (Jeremías 48, 28)

  • Los de mi pueblo eran ovejas perdidas; sus pastores las habían descarriado y las hacían vagar por los cerros: ya no conocían su corral. (Jeremías 50, 6)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina