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Aunque fueras numeroso como el pulgón, incontable como la langosta el fuego te consumirá, te exterminará la espada, (Nahún 3, 15)
Así lo ha dispuesto Yavé de los Ejércitos, que los pueblos trabajen para el fuego y la gente se canse para nada. (Habacuc 2, 13)
Ni su oro ni su plata los lograrán salvar cuando estalle la cólera de Dios y consuma en el fuego de su celo al país de Judá y destruya sin dejar rastro siquiera a todos los que habitan esa tierra. (Sofonías 1, 18)
Por esto, espérenme, les dice Yavé, para el día en que yo venga a acusarlos. Pues ya salió la sentencia: reuniré a las naciones y juntaré a los imperios para descargar sobre ustedes mi enojo, todo el ardor de mi ira, y todo el país será consumido por el fuego de mis celos. (Sofonías 3, 8)
Pero yo seré para ella como una muralla de fuego que la rodee totalmente, y habitaré en ella para ser su gloria.» (Zacarías 2, 9)
El ángel de Yavé dijo a Satán: «Que Yavé te contenga, Satán, que él te haga callar, pues Jerusalén es su preferida. ¿No aparece éste como un tizón sacado del fuego? (Zacarías 3, 2)
Pero ahora Yavé se va a apoderar de ella; destruirá su frente marítima y el fuego destruirá sus ciudades. (Zacarías 9, 4)
Abre, oh Líbano, tus puertas, y que el fuego devore tus cedros. (Zacarías 11, 1)
Echaré ese tercio al fuego; lo purificaré como se hace con la plata, lo pondré a prueba como se prueba el oro. El invocará mi Nombre y yo lo escucharé. Entonces yo diré: ¡Este es mi pueblo!, y él, a su vez, dirá: ¡Yavé es mi Dios! (Zacarías 13, 9)
¿Quién podrá mantenerse en pie cuando aparezca? Pues él es como el fuego de una fundición y como la lejía que se usa para blanquear. (Malaquías 3, 2)
Porque ya llega el día, ardiente como un horno. Todos los orgullosos y los que hacen el mal serán quemados como paja por el fuego de ese día. No quedarán de ellos ni ramas ni raíces. (Malaquías 3, 19)
El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no da buen fruto, será cortado y arrojado al fuego. (Evangelio según San Mateo 3, 10)