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En el manto y en el muslo lleva escrito este título: «Rey de reyes y Señor de señores.» (Apocalipsis 19, 16)
Vi luego a un ángel parado sobre el sol que gritó con voz potente a todas las aves que volaban por el cielo: «Vengan acá, reúnanse para el gran banquete de Dios. (Apocalipsis 19, 17)
Vengan y devoren carne de reyes, de generales, de hombres valientes; devoren al caballo con su jinete, a hombres libres y esclavos, a pequeños y grandes.» (Apocalipsis 19, 18)
Vi entonces a la bestia y a los reyes de la tierra con sus ejércitos, reunidos para combatir contra el que iba montado en el caballo blanco y contra su ejército. (Apocalipsis 19, 19)
Pero la bestia fue capturada y con ella el falso profeta que había realizado maravillas al servicio de la bestia, engañando con ellas a los que habían aceptado la marca de la bestia y a los que adoraban su estatua. Los dos fueron arrojados vivos al lago del fuego que arde con azufre. (Apocalipsis 19, 20)
Todos los demás fueron exterminados por la espada que sale de la boca del que monta el caballo, y todas las aves se hartaron de su carne. (Apocalipsis 19, 21)
Vi después a un ángel que bajaba del cielo llevando en la mano la llave del Abismo y una cadena enorme. (Apocalipsis 20, 1)
Sujetó al monstruo, la serpiente antigua, que es Satanás o el diablo, y lo encadenó por mil años. (Apocalipsis 20, 2)
Lo arrojó al Abismo, cerró con llave y además puso sellos para que no pueda seducir más a las naciones hasta que pasen los mil años. Después tendrá que ser soltado por poco tiempo. (Apocalipsis 20, 3)
También vi unos tronos, y sentados en ellos los que tienen poder para juzgar. Vi también las almas de aquellos a quienes les cortaron la cabeza por causa de las enseñanzas de Jesús y de la Palabra de Dios. Vi a todos los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y no habían recibido su marca en la frente o en la mano. Volvieron a la vida y reinaron mil años con el Mesías. (Apocalipsis 20, 4)
Esta es la primera resurrección. El resto de los muertos no volvieron a la vida hasta que se cumplieron los mil años. (Apocalipsis 20, 5)
¡Feliz y santo es el que participa en la primera resurrección! La segunda muerte ya no tiene poder sobre ellos: serán sacerdotes de Dios y de su Mesías y reinarán con él mil años. (Apocalipsis 20, 6)