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  • Esto desagradó mucho a Abrahán, por ser Ismael su hijo. (Génesis 21, 11)

  • Pero Dios le dijo: «No te preocupes por el muchacho ni por tu sirvienta. Haz todo lo que te pide Sara, porque de Isaac saldrá la descendencia que lleve tu nombre. (Génesis 21, 12)

  • Pero también del hijo de la sierva yo haré una gran nación, por ser descendiente tuyo.» (Génesis 21, 13)

  • Abrahán se levantó por la mañana muy temprano, tomó pan y un recipiente de cuero lleno de agua y se los dio a Agar. Le puso su hijo sobre el hombro y la despidió. Agar se marchó y anduvo errante por el desierto de Bersebá. (Génesis 21, 14)

  • y fue a sentarse a la distancia de un tiro de arco, pues pensó: «Al menos no veré morir a mi hijo.» Como se alejara para sentarse, el niño se puso a llorar a gritos. (Génesis 21, 16)

  • Dios oyó los gritos del niño, y el Angel de Dios llamó desde el cielo a Agar y le dijo: «¿Qué te pasa, Agar? No temas, porque Dios ha oído al niño gritando de donde está. (Génesis 21, 17)

  • Entonces Dios le abrió los ojos y vio un pozo de agua. Llenó el recipiente de cuero y dio de beber al niño. (Génesis 21, 19)

  • Dios asistió al niño, que creció y vivió en el desierto, llegando a ser un experto tirador de arco. (Génesis 21, 20)

  • Por aquel tiempo, Abimelec fue con Ficol, general de sus tropas, a hablar a Abrahán, y le dijo: «Dios está contigo en todo cuanto emprendes. (Génesis 21, 22)

  • Por eso júrame ahora mismo ante Dios que no me harás daño, ni a mí, ni a mis hijos, ni a mis descendientes, sino que usarás conmigo y con esta tierra en la que habitas, la misma bondad que yo he usado contigo.» (Génesis 21, 23)

  • Abrahán plantó un árbol de tamarindo en Bersebá y allí invocó el nombre de Yavé, Dios Eterno. (Génesis 21, 33)

  • Tiempo después, Dios quiso probar a Abrahán y lo llamó: «Abrahán.» Respondió él: «Aquí estoy». (Génesis 22, 1)


“Nunca vá se deitar sem antes examinar a sua consciência sobre o dia que passou. Enderece todos os seus pensamentos a Deus, consagre-lhe todo o seu ser e também todos os seus irmãos. Ofereça à glória de Deus o repouso que você vai iniciar e não esqueça do seu Anjo da Guarda que está sempre com você.” São Padre Pio de Pietrelcina