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Ya que tu santuario ha sido pisoteado y profanado, tus sacerdotes están en duelo y humillados. (1 Macabeos 3, 51)
pues para ayudarnos está el socorro del Cielo. Hemos sido librados de nuestros enemigos, que han sido humillados. (1 Macabeos 12, 15)
Reúne a los nuestros dispersos, da libertad a los que están esclavizados entre las naciones, vuelve tus ojos a los despreciados y humillados, para que conozcan los paganos que tú eres nuestro Dios. (2 Macabeos 1, 27)
Todos los que se lanzan contra ti serán avergonzados y humillados; tus adversarios serán reducidos a la nada y perecerán. (Isaías 41, 11)
Se retirarán humillados todos los que confían en los ídolos, los que dicen a las estatuas fundidas: «Ustedes son nuestros dioses.» (Isaías 42, 17)
Quedarán confundidos y humillados los fabricantes de ídolos, y se irán avergonzados. (Isaías 45, 16)
En vista de esto, el Señor Yavé les dice: ¡Muy bien! Mis servidores comerán, mientras que ustedes estarán con hambre. Ellos tendrán de beber, mientras que ustedes sentirán sed. Se alegrarán, mientras que ustedes se verán humillados. (Isaías 65, 13)
¡Oigan lo que les dice Yavé a ustedes que se estremecen por su palabra! Sus hermanos, que los odian y que no se juntan con ustedes por causa de mi Nombre, dicen: «Que Yavé demuestre su poder, para que podamos ver la alegría de ustedes.» Pero son ellos los que serán humillados. (Isaías 66, 5)
¡Que sean humillados mis perseguidores y no yo; que ellos tiemblen de miedo, no yo! Desata sobre ellos todas las calamidades, aplástalos bien aplastados. (Jeremías 17, 18)
Además nos sometió al poder de todas las naciones que nos rodean, para que fuéramos maldecidos y humillados entre los pueblos de los alrededores en que el Señor nos dispersó. (Baruc 2, 4)
Por eso, profetiza respecto de la tierra de Israel. Esta palabra de Yavé transmitirás a las montañas y a las colinas, a los barrancos y a los valles: Esto fue lo que decidí en mi indignación y cólera. Ya que fueron humillados por las naciones, (Ezequiel 36, 6)
Multiplicaré los frutos de los árboles y los productos del campo; ya no serán más humillados por el hambre en presencia de las demás naciones. (Ezequiel 36, 30)