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  • Trata de llegar a un acuerdo con tu adversario mientras van todavía de camino al juicio. ¿O prefieres que te entregue al juez, y el juez a los guardias que te encerrarán en la cárcel? (Evangelio según San Mateo 5, 25)

  • Le contestó: «Amigo, ¿quién me ha nombrado juez o repartidor entre ustedes?» (Evangelio según San Lucas 12, 14)

  • Mientras vas donde las autoridades con tu adversario, aprovecha la caminata para reconciliarte con él, no sea que te arrastre ante el juez y el juez te entregue al carcelero, y el carcelero te encierre en la cárcel. (Evangelio según San Lucas 12, 58)

  • «En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaba la gente. (Evangelio según San Lucas 18, 2)

  • Durante bastante tiempo el juez no le hizo caso, pero al final pensó: Es cierto que no temo a Dios y no me importa la gente, (Evangelio según San Lucas 18, 4)

  • Y el Señor dijo: «¿Se han fijado en las palabras de este juez malo? (Evangelio según San Lucas 18, 6)

  • "¿Quién te ha nombrado jefe y juez sobre nosotros? ¿Quieres matarme a mí como hiciste ayer con el egipcio?" (Hecho de los Apóstoles 7, 28)

  • A este Moisés, al que rechazaron diciendo: "¿Quién te nombró jefe y juez?", Dios lo envió como jefe y libertador, con la asistencia del ángel que se le apareció en la zarza. (Hecho de los Apóstoles 7, 35)

  • El nos ordenó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido Juez de vivos y muertos. (Hecho de los Apóstoles 10, 42)

  • Pero como se trata de discusiones sobre mensajes, poderes superiores y sobre su Ley, arréglense entre ustedes mismos. Yo no quiero ser juez de tales asuntos. » (Hecho de los Apóstoles 18, 15)

  • Si tu corazón se endurece y te niegas a cambiar, te estás preparando para ti mismo un gran castigo para el día del juicio, cuando Dios se presente como justo Juez. (Carta a los Romanos 2, 5)

  • Te ruego delante de Dios y de Cristo Jesús, juez de vivos y muertos, que ha de venir y reinar, y te digo: (2º Carta a Timoteo 4, 1)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina