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  • Se adueñó también de la plata, oro, objetos de valor y de cuantos tesoros ocultos pudo encontrar. (1 Macabeos 1, 23)

  • sino que debían dedicarse altares, recintos sagrados y templos a los ídolos. Tenían que sacrificar cerdos y animales impuros (1 Macabeos 1, 47)

  • los objetos preciosos que hacían su fama fueron llevados como botín, sus niños fueron asesinados en las plazas, y sus jóvenes pasados por la espada de los enemigos. (1 Macabeos 2, 9)

  • Fabricaron nuevos utensilios sagrados e introdujeron en el Templo el candelabro, el altar de los perfumes y la mesa. (1 Macabeos 4, 49)

  • Ahora recuerdo los males que cometí en Jerusalén, los objetos de oro y plata que robé, los habitantes de Judea que mandé matar sin motivo. (1 Macabeos 6, 12)

  • El séptimo mes del año ciento sesenta, con ocasión de las fiestas de los Tabernáculos, Jonatán vistió los ornamentos sagrados. También reclutó tropas y fabricó gran cantidad de armamentos. (1 Macabeos 10, 21)

  • No piensen que nos sentimos ahora en apuros, pues encontramos consuelo en nuestros Libros Sagrados. (1 Macabeos 12, 9)

  • Devolvió al templo su esplendor y aumentó el número de los vasos sagrados. (1 Macabeos 14, 15)

  • Entonces el Señor mostrará de nuevo estos objetos y su Gloria se manifestará con la nube, igual que se manifestó en tiempos de Moisés y cuando Salomón pidió a Dios que viniera a consagrar su casa.» (2 Macabeos 2, 8)

  • Menelao pensó aprovechar aquella oportunidad, y robó algunos objetos de oro del Templo, que regaló a Andrónico; también logró vender otros en Tiro y en las ciudades de los alrededores. (2 Macabeos 4, 32)

  • Lisímaco cometió muchos robos sacrílegos en Jerusalén con el consentimiento de Menelao, y, como la cosa se supo, la multitud se amotinó contra Lisímaco, después que muchos objetos de oro ya habían salido de la ciudad. (2 Macabeos 4, 39)

  • Inmediatamente fueron ejecutados los que habían defendido la causa de la ciudad, del pueblo y los vasos sagrados. (2 Macabeos 4, 48)


“Se precisamos ter paciência para suportar os defeitos dos outros, quanto mais ainda precisamos para tolerar nossos próprios defeitos!” São Padre Pio de Pietrelcina