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  • Si has regaloneado a tu sirviente desde su juventud, al fin se volverá intratable. (Proverbios 29, 21)

  • Desnudo sale el hombre del vientre de su madre, y desnudo volverá tal como vino. Nada podrá llevarse de todas las obras que realizaron sus manos. (Eclesiastés (Qohelet) 5, 14)

  • Lanza tu pan a la superficie del agua; después de un tiempo volverá a ti. (Eclesiastés (Qohelet) 11, 1)

  • Con la misma arcilla elabora la estatua de un dios falso: ¡cuánto trabajo perdido por un hombre justamente salido de la tierra y que dentro de poco volverá a ella cuando le pidan de nuevo su alma! (Sabiduría 15, 8)

  • El que toca el alquitrán se ensucia los dedos, el que se junta con un hombre soberbio se volverá como él. (Sirácides (Eclesiástico) 13, 1)

  • Si una persona importante te invita, discúlpate: te volverá a llamar. (Sirácides (Eclesiástico) 13, 9)

  • Conversa con tu prójimo, tal vez no ha dicho nada, y si lo ha dicho, no volverá a decirlo. (Sirácides (Eclesiástico) 19, 14)

  • Educa bien a tu hijo, lábralo, o si no su mala conducta se volverá en tu contra. (Sirácides (Eclesiástico) 30, 13)

  • Entonces Yavé dijo a Isaías: «Sal con tu hijo Un-resto-volverá, y ve al encuentro de Ajaz: está en el camino del campo del batanero, donde termina el canal de la piscina superior. Le dirás: (Isaías 7, 3)

  • «Un resto volverá», un resto de Jacob se volverá hacia el Dios fuerte. (Isaías 10, 21)

  • Porque aunque fuera tu pueblo, oh Israel, como la arena del mar, sólo un resto volverá. Su destrucción está decidida, para que quede bien en claro la justicia; (Isaías 10, 22)

  • Al mismo tiempo, el Señor volverá a tender su mano para rescatar al resto de su pueblo, a los que todavía queden en Asur y Egipto, en Patros, Etiopía y Elam, en Senar, Jamat y las islas del mar. (Isaías 11, 11)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina