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  • En cuanto a la hiel, sirve para ungir los ojos afectados de manchas blancas: basta con soplar sobre esas manchas para que se curen". (Tobías 6, 9)

  • Tobías le respondió: "Padre, ¿cuánto tengo que darle? Aunque le entregara la mitad de los bienes que él trajo conmigo, no saldría perdiendo. (Tobías 12, 2)

  • Luego le dijo: "El dinero será para ti. En cuanto al pueblo, trátalo como mejor te parezca". (Ester 3, 11)

  • "Todos los servidores del rey y el pueblo de las provincias del reino saben que hay una ley según la cual debe morir cualquier hombre o mujer que se presente ante el rey, en el atrio interior, sin haber sido llamado. Esto, a menos que el rey extienda hacia él su cetro de oro para perdonarle la vida. En cuanto a mí, ya hace treinta días que no he sido llamada a la presencia del rey". (Ester 4, 11)

  • En cuanto a los demás judíos de las provincias reales, también se reunieron para defender sus vidas y así se libraron de los ataques de sus adversarios: ellos mataron a setenta y cinco mil entre sus enemigos, pero no recogieron ningún botín. (Ester 9, 16)

  • Mucha gente, cuanto más frecuentes son los honores que reciben de la extrema generosidad de sus bienhechores, tanto más se dejan llevar por el orgullo. Y no sólo tratan de perjudicar a nuestros súbditos, sino que también, no pudiendo soportar su descontento, conspiran contra sus mismos bienhechores. (Ester 16, 3)

  • En cuanto a ustedes, los judíos, celebrarán gozosamente este día memorable como una de sus fiestas solemnes, a fin de que, ahora y en el futuro, (Ester 16, 22)

  • ¡cuánto más en los que habitan en casas de arcilla, y tienen sus cimientos en el polvo! Ellos son aplastados como una polilla, (Job 4, 19)

  • ¡Cuánto menos podría replicarle yo y aducir mis argumentos frente a él! (Job 9, 14)

  • En cuanto a ti, si enderezas tu corazón y extiendes tus manos hacia Dios, (Job 11, 13)

  • ¡cuánto menos ese ser abominable y corrompido, el hombre, que bebe como agua la iniquidad! (Job 15, 16)

  • ¡cuánto menos el hombre, ese gusano, el hijo del hombre, que es sólo una lombriz! (Job 25, 6)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina