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  • Después comió algo y recobró sus fuerzas. Saulo permaneció algunos días con los discípulos que vivían en Damasco, (Hechos 9, 19)

  • Pero en esos días se enfermó y murió. Después de haberla lavado, la colocaron en la habitación de arriba. (Hechos 9, 37)

  • Cornelio le respondió: «Hace tres días me encontraba orando en mi casa, alrededor de las tres de la tarde, cuando se me apareció un hombre con vestiduras resplandecientes, (Hechos 10, 30)

  • Y ordenó que fueran bautizados en el nombre del Señor Jesucristo. Entonces le rogaron que se quedara con ellos algunos días. (Hechos 10, 48)

  • En esos días, unos profetas llegaron de Jerusalén a Antioquía. (Hechos 11, 27)

  • y al ver que esto agradaba a los judíos, también hizo arrestar a Pedro. Eran los días de «los panes Ácimos». (Hechos 12, 3)

  • ¡Ustedes, los que desprecian, llénense de estupor y ocúltense! Porque en estos días voy a realizar algo, que si alguien lo contara no lo podrían creer». (Hechos 13, 41)

  • Al cabo de una prolongada discusión, Pedro se levantó y dijo: «Hermanos, ustedes saben que Dios, desde los primeros días, me eligió entre todos ustedes para anunciar a los paganos la Palabra del Evangelio, a fin de que ellos abracen la fe. (Hechos 15, 7)

  • De allí fuimos a Filipos, ciudad importante de esta región de Macedonia y colonia romana. Pasamos algunos días en esta ciudad, (Hechos 16, 12)

  • Así lo hizo durante varios días, hasta que al fin Pablo se cansó y, dándose vuelta, dijo al espíritu: «Yo te ordeno en nombre de Jesucristo que salgas de esta mujer», y en ese mismo momento el espíritu salió de ella. (Hechos 16, 18)

  • Como estos eran mejores que los de Tesalónica, acogieron la Palabra con sumo interés, y examinaban todos los días las Escrituras para verificar la exactitud de lo que oían. (Hechos 17, 11)

  • Nosotros, partimos de Filipos por mar después de la fiesta de los panes Ácimos, y cinco días más tarde, nos reunimos con ellos en Tróade donde pasamos una semana. (Hechos 20, 6)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina