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  • Si el buey de un hombre embiste al buey de otro hombre, ocasionándole la muerte, venderán el buey vivo y se repartirán el importe; e igualmente se repartirán el animal muerto. (Exodo 21, 35)

  • Si un hombre entrega a otro en depósito dinero o algún objeto, y alguien los roba de la casa de este último, el ladrón, si es descubierto, restituirá el doble. (Exodo 22, 6)

  • En todo asunto delictivo referente a un buey, un asno, una oveja, un traje o cualquier objeto desaparecido, del cual su propietario pueda decir: "Indudablemente es este", el litigio será llevado ante Dios; y aquel a quien Dios declare culpable, restituirá al otro el doble. (Exodo 22, 8)

  • No maltratarás al extranjero ni lo oprimirás, porque ustedes fueron extranjeros en Egipto. (Exodo 22, 20)

  • Entonces arderá mi ira, y yo los mataré a ustedes con la espada; sus mujeres quedarán viudas, y sus hijos, huérfanos. (Exodo 22, 23)

  • Si prestas dinero a un miembro de mi pueblo, al pobre que vive a tu lado, no te comportarás con él como un usurero, no le exigirás interés. (Exodo 22, 24)

  • porque ese es su único abrigo y el vestido de su cuerpo. De lo contrario, ¿con qué dormirá? Y si él me invoca, yo lo escucharé, porque soy compasivo. (Exodo 22, 26)

  • No blasfemarás contra Dios, ni maldecirás a un jefe de tu pueblo. (Exodo 22, 27)

  • No seguirás a la mayoría para hacer el mal, ni atestiguarás en un proceso plegándote a la mayoría, para conculcar el derecho. (Exodo 23, 2)

  • Si ves al asno del que te aborrece, caído bajo el peso de su carga, no lo dejarás abandonado; más aún, acudirás a auxiliarlo junto con su dueño. (Exodo 23, 5)

  • No oprimirás al extranjero. Ustedes saben muy bien lo que significa ser extranjero, ya que lo fueron en Egipto. (Exodo 23, 9)

  • Entonces mi ángel irá delante de ti y te introducirá en el país de los amorreos, los hititas, los perizitas, los cananeos, los jivitas y los jebuseos, y yo los exterminaré. (Exodo 23, 23)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina