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  • Cuando los partidarios del Macabeo supieron que Lisias había sitiado la fortaleza, comenzaron a suplicar al Señor con gemidos y lágrimas, unidos a la multitud, pidiéndole que enviara un ángel protector para salvar a Israel. (II Macabeos 11, 6)

  • La mayoría de estos escaparon heridos y sin armas, y el mismo Lisias se salvó huyendo vergonzosamente. (II Macabeos 11, 12)

  • Como Lisias no era ningún insensato, reflexionó sobre la derrota que acababa de sufrir, y reconoció que los hebreos eran invencibles porque el Dios poderoso combatía con ellos. (II Macabeos 11, 13)

  • El Macabeo, no teniendo otra preocupación que el bien público, accedió a todas las propuestas de Lisias; y el rey concedió todo lo que el Macabeo había pedido por escrito a Lisias en favor de los judíos. (II Macabeos 11, 15)

  • La carta escrita por Lisias a los judíos decía lo siguiente: "Lisias saluda a la comunidad de los judíos. (II Macabeos 11, 16)

  • La carta del rey estaba concebida en estos términos: "El rey Antíoco saluda a su hermano Lisias. (II Macabeos 11, 22)

  • Damos nuestro consentimiento a todo lo que les ha concedido Lisias, familiar del rey. (II Macabeos 11, 35)

  • Concluidas las negociaciones, Lisias volvió adonde estaba el rey, mientras los judíos se dedicaban a los trabajos del campo. (II Macabeos 12, 1)

  • Una vez derrotados y destruidos estos enemigos, Judas emprendió una campaña contra la plaza fuerte de Efrón, donde se había establecido Lisias con gente de todas partes. Jóvenes vigorosos apostados delante de las murallas combatían con vigor, y en el interior había muchas reservas de máquinas de guerra y proyectiles. (II Macabeos 12, 27)

  • y que con él venía Lisias, su tutor y encargado de los asuntos de Estado. Ambos conducían un ejército griego de ciento diez mil soldados, cinco mil trescientos jinetes, veintidós elefantes y trescientos carros armados de cuchillas. (II Macabeos 13, 2)

  • Pero el Rey de los reyes provocó la indignación de Antíoco contra aquel criminal, porque Lisias le hizo ver que aquel hombre era el causante de todos los males. Entonces Antíoco ordenó que lo llevaran a Berea para que lo mataran según las costumbres del lugar. (II Macabeos 13, 4)

  • Entonces Lisias subió a la tribuna y defendió el asunto lo mejor que pudo. Así los persuadió, logró calmarlos y los dispuso favorablemente. Después partió para Antioquía. Esto es lo que sucedió con la expedición y la retirada del rey. (II Macabeos 13, 26)


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