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  • Tomarás un poco de su sangre, untarás con tu dedo los cuernos del altar y derramarás todo el resto de la sangre sobre la base del mismo. (Exodo 29, 12)

  • Recogerás luego la grasa que recubre las entrañas, la protuberancia del hígado, los dos riñones y la grasa que está sobre ellos, y los quemarás sobre el altar. (Exodo 29, 13)

  • Pero la carne, el cuero y los excrementos, los quemarás fuera del campamento. Este es un sacrificio por el pecado. (Exodo 29, 14)

  • Luego tomarás uno de los carneros, y Aarón y sus hijos impondrán las manos sobre su cabeza. (Exodo 29, 15)

  • Tomarás luego el segundo carnero, y Aarón y sus hijos impondrán las manos sobre su cabeza. (Exodo 29, 19)

  • Tomarás un poco de la sangre que está sobre el altar y un poco del óleo de la unción, y rociarás con ellos a Aarón y sus vestiduras, a sus hijos y también sus vestiduras. Así quedarán consagrados Aarón, sus hijos y las vestiduras de todos ellos. (Exodo 29, 21)

  • Luego tomarás la grasa de este carnero: la grasa de la cola, la que cubre las entrañas, la protuberancia del hígado, los dos riñones y la grasa que está sobre ellos, y también la pata derecha, porque se trata del carnero ofrecido para la investidura de los sacerdotes. (Exodo 29, 22)

  • Recogerás nuevamente todo esto y lo quemarás sobre el altar junto con el holocausto, como perfume agradable al Señor. Esta es una ofrenda que se quema para el Señor. (Exodo 29, 25)

  • Tomarás también el pecho del carnero que se inmola para la investidura de Aarón y realizarás con él el gesto de presentación delante del Señor. Esta será tu parte. (Exodo 29, 26)

  • Después tomarás el carnero ofrecido para la investidura y harás cocinar su carne en el recinto sagrado. (Exodo 29, 31)

  • Si queda para el día siguiente algo de carne o de pan, deberás quemar ese resto. Nadie lo comerá, porque es una cosa santa. (Exodo 29, 34)

  • También harás un altar para quemar el incienso. Lo harás de madera de acacia, (Exodo 30, 1)


“Seja grato e beije docemente a mão de Deus. É sempre a mão de um pai que pune porque lhe quer bem” São Padre Pio de Pietrelcina