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  • Por lo demás, todo lo concerniente a sus hazañas y a su valor, y el relato detallado de la alta dignidad que el rey confirió a Mardoqueo, ¿no está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Media y de Persia? (Ester 10, 2)

  • Porque Mardoqueo, el judío, era el segundo después del rey Asuero. Los judíos lo consideraban un gran hombre y era amado por la multitud de sus hermanos; él procuraba el bienestar de su pueblo y promovía la felicidad de toda su estirpe. (Ester 10, 3)

  • Mardoqueo decía: "¡Todo esto proviene de Dios! (Ester 10, 4)

  • El segundo año de Artajerjes el Grande, el primer día del mes de Nisán, Mardoqueo, hijo de Jaír, hijo de Semei, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín, tuvo un sueño. (Ester 11, 2)

  • Mardoqueo era un judío residente en la ciudad de Susa, un personaje importante, que desempeñaba un cargo en la corte real. (Ester 11, 3)

  • Mardoqueo soñó lo siguiente: había gritos y estruendo, truenos, terremotos y agitación sobre la tierra. (Ester 11, 5)

  • Al despertar, Mardoqueo, que intuyó en este sueño lo que Dios había resuelto hacer, estuvo pensando en él hasta la noche y trataba de comprenderlo en todos sus detalles. (Ester 11, 12)

  • Luego Mardoqueo se puso a descansar un rato en la corte, junto con Gabazá y Zarra, los dos eunucos del rey que la custodiaban. (Ester 12, 1)

  • El rey mandó escribir estos hechos en las Crónicas, y también Mardoqueo los consignó por escrito. (Ester 12, 4)

  • Además, el rey otorgó a Mardoqueo un cargo en la corte y lo recompensó con regalos. (Ester 12, 5)

  • Pero Amán, el agaguita, que gozaba de gran prestigio ante el rey, buscó la manera de perjudicar a Mardoqueo y a su pueblo por lo que había pasado con los dos eunucos del rey. (Ester 12, 6)

  • Entonces Mardoqueo, recordando todas las obras del Señor, le dirigió esta oración: (Ester 13, 8)


“Se tanta atenção é dada aos bens desta Terra, quanto mais se deve dar aos do Céu? Faça, portanto, uma boa leitura espiritual, a santa meditação, o exame de consciência, e fará progresso na perfeição cristã e no amor de Jesus.” São Padre Pio de Pietrelcina