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  • No darás falso testimonio contra tu prójimo. (Deuteronomio 5, 20)

  • No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás su casa, su campo, su esclavo, su esclava, su buey, su asno, ni ninguna otra cosa que le pertenezca. (Deuteronomio 5, 21)

  • La remisión consiste en lo siguiente: Todo acreedor condonará a su prójimo el préstamo que le haya concedido. No hará ninguna demanda a su prójimo -es decir, a su hermano- porque se ha proclamado una remisión en homenaje al Señor. (Deuteronomio 15, 2)

  • Pero sólo en el caso siguiente: el homicida podrá salvarse huyendo a una de esas ciudades si mató a su prójimo involuntariamente, sin haberlo odiado antes. (Deuteronomio 19, 4)

  • Pero si alguien, impulsado por el odio, tiende a su prójimo una emboscada, y arrojándose sobre él, lo hiere mortalmente, y luego va a refugiarse en una de esas ciudades, (Deuteronomio 19, 11)

  • se hará salir a los dos a la puerta de esa ciudad y los matarán a pedradas: a la joven por no haber pedido auxilio, a pesar de que estaba en la ciudad; y al hombre por haber violado a la mujer de su prójimo. Así harás desaparecer el mal de entre ustedes. (Deuteronomio 22, 24)

  • Si entras en la viña de tu prójimo, podrás comer todas las uvas que quieras, hasta quedar saciado, pero no guardarás nada en tu bolsa. (Deuteronomio 23, 25)

  • Si pasas por los sembrados maduros de tu prójimo, podrás arrancar espigas con la mano, pero no aplicarás la hoz. (Deuteronomio 23, 26)

  • Si prestas algo a tu prójimo, no entres en su casa a retirar la prenda. (Deuteronomio 24, 10)

  • Maldito sea el que mata ocultamente a su prójimo. Y todo el pueblo responderá: Amén. (Deuteronomio 27, 24)

  • Y si el vengador del homicidio lo persigue, no lo pondrán en sus manos, porque mató a su prójimo inadvertidamente, sin haberlo odiado antes. (Josué 20, 5)

  • Cuando un hombre peque contra su prójimo, si se lo obliga a prestar el juramento imprecatorio, y él viene a pronunciar la imprecación ante tu altar, en esta Casa, (I Reyes 8, 31)


“Quanto maiores forem os dons, maior deve ser sua humildade, lembrando de que tudo lhe foi dado como empréstimo.” São Padre Pio de Pietrelcina