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  • También mandó a Eleazar que leyera en alta voz el Libro sagrado. Y finalmente, dándoles como santo y seña el grito "Auxilio de Dios", se lanzó él mismo a combatir contra Nicanor, al frente del primer cuerpo. (II Macabeos 8, 23)

  • que adornaría con los más hermosos presentes el Templo santo que antes había saqueado; que devolvería con creces los objetos sagrados y que proveería con sus propios ingresos los fondos necesarios para los sacrificios; (II Macabeos 9, 16)

  • Por eso, llevando en la mano tirsos, ramas verdes y palmas, elevaban himnos a Aquel que había llevado a término la purificación de su Lugar santo. (II Macabeos 10, 7)

  • Además, él tenía presente la magnífica recompensa que está reservada a los que mueren piadosamente, y este es un pensamiento santo y piadoso. Por eso, mandó ofrecer el sacrificio de expiación por los muertos, para que fueran librados de sus pecados. (II Macabeos 12, 45)

  • Y dando a sus hombres este santo y seña: "Victoria de Dios", atacó durante la noche con los jóvenes más aguerridos el campamento del rey. Así dio muerte a unos dos mil hombres del ejército y al más grande de los elefantes con su conductor. (II Macabeos 13, 15)

  • En ese momento supo que Filipo, a quien había dejado en Antioquía al frente del gobierno, se había sublevado. Muy consternado, mandó llamar a los judíos y juró someterse a sus legítimas demandas. Después de esta reconciliación, ofreció un sacrificio, honró al Santuario y se mostró generoso con el Lugar santo. (II Macabeos 13, 23)

  • Cuando este advirtió que Judas se había burlado de él tan hábilmente, se presentó en el augusto y santo Templo, mientras los sacerdotes ofrecían los sacrificios rituales y les exigió que le entregaran a aquel hombre. (II Macabeos 14, 31)

  • Por eso ahora, Señor santo, lleno de toda santidad, preserva para siempre de toda profanación esta Casa recién purificada". (II Macabeos 14, 36)

  • ¡Que por la fuerza de tu brazo queden aterrados los que avanzan blasfemando contra tu Pueblo santo!". Así terminó su oración. (II Macabeos 15, 24)

  • Todos elevaron sus bendiciones hacia el cielo, en honor del Señor que se les había manifestado, exclamando: "¡Bendito sea el que ha conservado sin mancha su Lugar santo!". (II Macabeos 15, 34)

  • El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor, y la ciencia del Santo es la inteligencia. (Proverbios 9, 10)

  • nunca aprendí la sabiduría, ¡y qué puedo saber de la ciencia del Santo! (Proverbios 30, 3)


“Todas as graças que pedimos no nome de Jesus são concedidas pelo Pai eterno.” São Padre Pio de Pietrelcina