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  • Sembrarás en tus campos mucha semilla, pero cosecharás muy poco, porque la devorará la langosta. (Deuteronomio 28, 38)

  • y con esas piedras erigió un altar al nombre del Señor. Alrededor del altar hizo una zanja, como un surco para dos medidas de semilla. (I Reyes 18, 32)

  • El sembrador va llorando cuando esparce la semilla, pero vuelve cantando cuando trae las gavillas. (Salmos 126, 6)

  • Siembra tu semilla por la mañana y no dejes que tu brazo descanse hasta la tarde, porque no sabes si es esto o aquello lo que va a prosperar, o si ambas cosas son igualmente buenas. (Eclesiastés 11, 6)

  • Porque diez yugadas de viña no darán más que un tonel, y diez medidas de semilla producirán una sola. (Isaías 5, 10)

  • Y si queda una décima parte, ella, a su vez, será destruida. Como el terebinto y la encina que, al ser abatidos, conservan su tronco talado, así ese tronco es una semilla santa". (Isaías 6, 13)

  • El mismo día que plantas, los ves crecer, y a la mañana siguiente, ves germinar tu semilla. Pero la cosecha se pierde en un día funesto, y el dolor es incurable. (Isaías 17, 11)

  • El Señor te dará lluvia para la semilla que siembres en el suelo, y el pan que produzca el terreno será rico y sustancioso. Aquel día, tu ganado pacerá en extensas praderas. (Isaías 30, 23)

  • Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven a él sin haber empapado la tierra, sin haberla fecundado y hecho germinar, para que dé la semilla al sembrador y el pan al que come, (Isaías 55, 10)

  • Llegarán los días -oráculo del Señor- en que yo sembraré la casa de Israel y la casa de Judá con semilla de hombres y semilla de animales. (Jeremías 31, 27)

  • Tomó además una semilla del país y la sembró en un campo de cultivo: la plantó como un sauce junto a abundantes aguas. (Ezequiel 17, 5)

  • ¿Queda aún semilla en el granero? ¿Todavía no han dado nada la vid, la higuera, el granado y el olivo? A partir de este día, yo daré mi bendición. (Ageo 2, 19)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina