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El hombre se sirve de ellos para hacer fuego, los toma para calentarse y también los enciende para cocer el pan. Pero, además, hace con ellos un dios y se postra ante él; hace un ídolo y lo adora. (Isaías 44, 15)
¿Cambia de dioses una nación? -¡y sin embargo, esos no son dioses!-. Pero mi pueblo ha cambiado su Gloria por algo que no sirve de nada. (Jeremías 2, 11)
Este pueblo malvado, que se niega a escuchar mis palabras, que sigue los impulsos de su corazón obstinado, que va detrás de otros dioses para servirlos y postrarse delante de ellos, será como esta faja que ya no sirve para nada. (Jeremías 13, 10)
Señor, mi fuerza y mi fortaleza, mi refugio en el día de la angustia, hacia ti vendrán las naciones desde los confines de la tierra, y dirán: "Sólo mentira heredaron nuestros padres, algo inútil, que no sirve para nada". (Jeremías 16, 19)
Así como una vasija rota ya no sirve para nada, así sucede también con sus dioses, una vez instalados en sus templos: (Baruc 6, 15)
De manera que vale más ser un rey que da prueba de su valentía, o un objeto útil en una casa, del que se sirve su dueño, que ser estos falsos dioses. O vale más ser la puerta de una casa, que asegura lo que hay en ella, o una columna de madera en un palacio real, que ser estos falsos dioses. (Baruc 6, 58)
¿De qué sirve una imagen esculpida, para que el artista la talle, o una imagen de metal fundido, un oráculo falso, para que el artista ponga su confianza en ella, fabricando ídolos mudos? (Habacuc 2, 18)
Ellos serán mi propiedad exclusiva, dice el Señor de los ejércitos, en el Día que yo preparo. Yo tendré compasión de ellos, como un hombre tiene compasión de su hijo que lo sirve. (Malaquías 3, 17)
Ustedes volverán a ver la diferencia entre el justo y el impío, entre el que sirve a Dios y el que no lo sirve. (Malaquías 3, 18)
Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres. (Mateo 5, 13)
Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve. (Mateo 13, 48)
Él les respondió: «Es uno de los Doce, uno que se sirve de la misma fuente que yo. (Marcos 14, 20)