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Cuando partieron, Dios hizo cundir el pánico entre las poblaciones vecinas, de manera que nadie persiguió a los hijos de Jacob. (Génesis 35, 5)
Los esclavos y esclavas que ustedes tengan, provendrán de las naciones vecinas: solamente de ellas podrán adquirirlos. (Levítico 25, 44)
Den vuelta y pónganse en camino, para ir a la montaña de los amorreos y a todas las regiones vecinas: La Arabá, la Montaña, la Sefelá, el Négueb y la costa marítima -es decir, la tierra de Canaán- y el Líbano, hasta el Gran Río, el río Éufrates. (Deuteronomio 1, 7)
Así tratarás a todas las ciudades que estén muy alejadas de ti y que no pertenezcan a las naciones vecinas. (Deuteronomio 20, 15)
Las vecinas le dieron un nombre, diciendo: "Le ha nacido un hijo a Noemí", y lo llamaron Obed. Este fue el padre de Jesé, el padre de David. (Rut 4, 17)
Él fue el más sabio de los hombres, más sabio que Etán, el ezrajita, más que Hemán, Calcol y Dardá, los hijos de Majol. Su renombre se extendía por todas las naciones vecinas. (I Reyes 5, 11)
A mi mesa se sentaban los notables y los magistrados -ciento cincuenta personas- sin contar los que acudían a nosotros de las naciones vecinas. (Nehemías 5, 17)
Cuando todos nuestros enemigos se enteraron, todas las naciones vecinas quedaron vivamente impresionadas; se sintieron muy humilladas a sus propios ojos y reconocieron que el trabajo había sido ejecutado gracias a nuestro Dios. (Nehemías 6, 16)
porque de ella sacan el agua todos los habitantes de Betulia; así, devorados por la sed, tendrán que entregar la ciudad. Mientras tanto, nosotros y nuestra gente escalaremos las cimas de las montañas vecinas y acamparemos allí, para impedir que alguien salga de la ciudad. (Judit 7, 13)
Fue entonces cuando apareció en Israel un grupo de renegados que sedujeron a muchos, diciendo: "Hagamos una alianza con las naciones vecinas, porque desde que nos separamos de ellas, nos han sobrevenido muchos males". (I Macabeos 1, 11)
Así Judas y sus hermanos comenzaron a ser temidos, y el pánico se extendió por las naciones vecinas. (I Macabeos 3, 25)
Cuando las naciones vecinas supieron que había sido reconstruido el altar y restaurado como antes el Santuario, se irritaron profundamente (I Macabeos 5, 1)