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  • Luego envió mensajeros a Sijón, el rey de los amorreos que reinaba en Jesbón, y le dijo: ‘Por favor, déjame pasar por tu país hasta llegar a mi destino’. (Jueces 11, 19)

  • Sansón dijo al niño que lo llevaba de la mano: "Déjame palpar las columnas que sostienen la casa, para apoyarme en ellas". (Jueces 16, 26)

  • Rut, la moabita, dijo una vez a Noemí: "Déjame ir a recoger espigas al campo, detrás de alguien que me haga ese favor". "Puedes ir, hija mía", le respondió ella. (Rut 2, 2)

  • ‘Por favor, me dijo, déjame partir, porque se celebra el sacrificio familiar en la ciudad y mi propio hermano me ha ordenado que vaya. Ahora, si quieres hacerme un favor, iré de una escapada a ver a mis hermanos’. Por eso él no ha venido a la mesa del rey". (I Samuel 20, 29)

  • Abisai dijo a David: "Dios ha puesto hoy a tu enemigo en tus manos. Déjame clavarlo en tierra con la lanza, de una sola vez; no tendré que repetir el golpe". (I Samuel 26, 8)

  • Al cabo de cuatro años, Absalón dijo al rey: "Por favor, déjame ir a Hebrón para cumplir el voto que hice al Señor. (II Samuel 15, 7)

  • Ajitófel dijo a Absalón: "Déjame elegir doce mil hombres y saldré en persecución de David esta misma noche. (II Samuel 17, 1)

  • Pero cuando Hadad se enteró en Egipto de que David se había ido a descansar con sus padres, y que también había muerto Joab, el general del ejército, dijo al Faraón: "Déjame ir a mi país". (I Reyes 11, 21)

  • El Faraón le respondió: "¿Qué te falta junto a mí para que ahora trates de ir a tu país?". "Nada, dijo él, pero déjame partir". (I Reyes 11, 22)

  • Eliseo dejó sus bueyes, corrió detrás de Elías y dijo: "Déjame besar a mi padre y a mi madre; luego te seguiré". Elías le respondió: "Sí, puedes ir. ¿Qué hice yo para impedírtelo?". (I Reyes 19, 20)

  • Trátame ahora como mejor te parezca: retírame el aliento de vida, para que yo desaparezca de la tierra y quede reducido a polvo. Más me vale morir que vivir, porque he escuchado reproches injustos y estoy agobiado por la tristeza. Líbrame, Señor, de tanta opresión, déjame partir hacia la morada eterna y no apartes de mí tu rostro, Señor. Es preferible para mí la muerte, antes que ver tanta opresión en mi vida y seguir escuchando insultos". (Tobías 3, 6)

  • Pero ella replicaba: "Déjame, no trates de engañarme. Mi hijo ha muerto". Y todos los días salía a mirar el camino por donde se había ido su hijo, porque no se fiaba de nadie. Al caer la tarde, entraba en su casa y pasaba las noches llorando y lamentándose sin poder dormir. Cuando pasaron los catorce días de fiesta que Ragüel había prometido celebrar en honor de su hija, Tobías fue a decirle: "Déjame partir, porque seguramente mi padre y mi madre piensan que ya no volverán a verme. Te ruego, padre, que me dejes volver a la casa de mi padre. Ya te dije en qué estado lo dejé". (Tobías 10, 7)


“Quanto maiores forem os dons, maior deve ser sua humildade, lembrando de que tudo lhe foi dado como empréstimo.”(Pe Pio) São Padre Pio de Pietrelcina