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  • Por eso, así habla el Señor: Voy a entregar la tierra de Egipto al rey de Babilonia. Él se llevará sus riquezas, saqueará sus despojos y se apoderará del botín, que servirá de recompensa para su ejército. (Ezequiel 29, 19)

  • El Faraón los verá y se consolará a la vista de toda esa multitud. El Faraón y todo su ejército serán víctimas de la espada -oráculo del Señor-. (Ezequiel 32, 31)

  • Suscitaré al frente de ellas a un solo pastor, a mi servidor David, y él las apacentará: las apacentará y será su pastor. (Ezequiel 34, 23)

  • Yo, el Señor, seré su Dios, y mi servidor David será príncipe en medio de ellas. Yo, el Señor, he hablado. (Ezequiel 34, 24)

  • Yo profeticé como él me lo había ordenado, y el espíritu penetró en ellos. Así revivieron y se incorporaron sobre sus pies. Era un ejército inmenso. (Ezequiel 37, 10)

  • Mi servidor David reinará sobre ellos y todos ellos tendrán un solo pastor. Observarán mis leyes, cumplirán mis preceptos y los pondrán en práctica. (Ezequiel 37, 24)

  • Habitarán en la tierra que di a mi servidor Jacob, donde habitaron sus padres. Allí habitarán para siempre, ellos, sus hijos y sus nietos; y mi servidor David será su príncipe eternamente. (Ezequiel 37, 25)

  • Yo te haré volver, te pondré garfios en las mandíbulas y te haré salir con todo tu ejército: caballos y jinetes, todos ellos perfectamente equipados, una multitud inmensa, todos con escudos y broqueles, y armados cada uno con su espada. (Ezequiel 38, 4)

  • Vendrás de tu país, de los confines del norte, acompañado de pueblos numerosos, todos montados a caballo, con una enorme multitud y un ejército incontable. (Ezequiel 38, 15)

  • Luego ordenó a los hombres más fuertes de su ejército que ataran a Sadrac, Mesac y Abed Negó, para arrojarlos en el horno de fuego ardiente. (Daniel 3, 20)

  • Todos los habitantes de la tierra no cuentan para nada ante él; él hace lo que le agrada con el Ejército de los cielos y con los habitantes de la tierra, y no hay nadie que pueda tomarle la mano y decirle: "¿Qué haces?". (Daniel 4, 32)

  • Se agrandó hasta el Ejército del cielo, hizo caer por tierra a una parte de este Ejército y de las estrellas, y las pisoteó. (Daniel 8, 10)


“Seja grato e beije docemente a mão de Deus. É sempre a mão de um pai que pune porque lhe quer bem” São Padre Pio de Pietrelcina