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  • Pero no le arrancaré todo el reino, sino que le daré a tu hijo una tribu, por consideración a mi servidor David y a Jerusalén, la que yo elegí". (I Reyes 11, 13)

  • había agrupado a unos cuantos hombres en torno de él y se había convertido en jefe de una banda. Como David los perseguía a muerte, fue a establecerse en Damasco, y allí reinó. (I Reyes 11, 24)

  • Luego dijo a Jeroboám: "Toma para ti diez pedazos, porque así habla el Señor, el Dios de Israel: Yo voy a desgarrar el reino que Salomón tiene en su mano, y te daré las diez tribus. (I Reyes 11, 31)

  • Pero no le quitaré el reino de su mano, sino que lo mantendré como jefe todos los días de su vida, por consideración a mi servidor David, a quien elegí y que observó mis mandamientos y preceptos; (I Reyes 11, 34)

  • quitaré el reino de manos de su hijo y te lo daré a ti. A ti te daré diez tribus (I Reyes 11, 35)

  • Salomón reinó sobre todo Israel durante cuarenta años. (I Reyes 11, 42)

  • Luego se fue a descansar con sus padres, y fue sepultado en la Ciudad de David, su padre. Su hijo Roboám reinó en lugar de él. (I Reyes 11, 43)

  • Mientras tanto, Roboám llegó a Jerusalén y convocó a toda la casa de Judá y a la tribu de Benjamín -ciento ochenta mil guerreros adiestrados- para ir a combatir contra la casa de Israel y restituir el reino a Roboám, hijo de Salomón. (I Reyes 12, 21)

  • Pero Jeroboám pensó: "Tal como se presentan las cosas, el reino podría volver a la casa de David. (I Reyes 12, 26)

  • Jeroboám reinó durante veintidós años, y se fue a descansar con sus padres. Su hijo Nadab reinó en lugar de él. (I Reyes 14, 20)

  • Roboám, hijo de Salomón, reinó en Judá. Tenía cuarenta y un años cuando comenzó a reinar, y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que había elegido el Señor entre todas las tribus de Israel para poner allí su Nombre. Su madre se llamaba Naamá, la amonita. (I Reyes 14, 21)

  • Roboám se fue a descansar con sus padres, y fue sepultado con ellos en la Ciudad de David. Su madre se llamaba Naamá, la amonita. Su hijo Abiám reinó en lugar de él. (I Reyes 14, 31)


“Tenhamos sempre horror ao pecado mortal e nunca deixemos de caminhar na estrada da santa eternidade.” São Padre Pio de Pietrelcina