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los que disfrutan del mundo, como si no disfrutaran. Porque la apariencia de este mundo es pasajera. (I Corintios 7, 31)
En cambio, el que tiene mujer se preocupa de las cosas de este mundo, buscando cómo agradar a su mujer, (I Corintios 7, 33)
y así su corazón está dividido. También la mujer soltera, lo mismo que la virgen, se preocupa de las cosas del Señor, tratando de ser santa en el cuerpo y en el espíritu. La mujer casada, en cambio, se preocupa de las cosas de este mundo, buscando cómo agradar a su marido. (I Corintios 7, 34)
Pero el Señor nos juzga y nos corrige para que no seamos condenados con el mundo. (I Corintios 11, 32)
El Espíritu da a uno la sabiduría para hablar; a otro, la ciencia para enseñar, según el mismo Espíritu; (I Corintios 12, 8)
No sé cuántos idiomas diversos hay en el mundo, y cada uno tiene sus propias palabras. (I Corintios 14, 10)
Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección. (I Corintios 15, 21)
Este es para nosotros un motivo de orgullo: el testimonio que nos da nuestra conciencia de que siempre, y particularmente en relación con ustedes, nos hemos comportado con la santidad y la sinceridad que proceden de Dios, movidos, no por una sabiduría puramente humana, sino por la gracia de Dios. (II Corintios 1, 12)
para los incrédulos, a quienes el dios de este mundo les ha enceguecido el entendimiento, a fin de que no vean resplandecer el Evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios. (II Corintios 4, 4)
Porque es Dios el que estaba en Cristo, reconciliando al mundo consigo, no teniendo en cuenta los pecados de los hombres, y confiándonos la palabra de la reconciliación. (II Corintios 5, 19)
Esa tristeza produce un arrepentimiento que lleva a la salvación y no se debe lamentar; en cambio, la tristeza del mundo produce la muerte. (II Corintios 7, 10)
que se entregó por nuestros pecados para librarnos de este mundo perverso, conforme a la voluntad de Dios, nuestro Padre, (Gálatas 1, 4)